Diez años han pasado desde el fallecimiento del Presidente del Comité de Defensa Nacional de la República Popular Democrática de Corea Kim Jong Il (1942-2011).
Inolvidables son los días del diciembre, diez años atrás.
Último mes de su vida
El diciembre de 2011 era como usual para Kim Jong Il, quien ha dedicado todo lo suyo por la prosperidad del país y la felicidad del pueblo mediante toda su vida.
En el primer domingo del mes él visitó el Parque Juventud de Kaeson en la capital Pyongyang.
Pese al frío gélido, recorrió varios lugares del parque, interesándose por los detalles de su operación.
Cuando un empleado del parque, bañado de lágrimas de emoción, se atrevió a preguntarle por qué había venido en el día tan frío y no en un día espléndido, a lo que contestó con la sonrisa en el rostro, que si él venía cuando hacía mal tiempo, otras personas vendrían en buen tiempo.
Los días del diciembre de su vida pasaron así en medio de seguir las visitas por la felicidad y el bienestar del pueblo.
Un día él visitó el Complejo de Vinalon 8 de Febrero, el Complejo de Maquinaria de Ryongsong, la Fábrica de Tejidos de Punto de Hamhung, la Fábrica de Zapatos de Hungnam y otras unidades en la Provincia Hamgyong del Sur.
En el curso de tales días de dedicación, el estado de su salud empeoró día tras día.
Francamente, en esos días él padecía de una enfermedad grave por la fatiga mental y física acumulado durante muchos años; él difícilmente estaba de pie.
Sin embargo, él visitó a más de cien unidades en 2011 dirigiendo la construcción de un estado socialista poderos.
Muy conscientes del estado agravado de su salud, doctores le pidieron con vehemencia posponer su programa de realizar viajes de trabajo aun por algún tiempo, pero él no lo aceptó diciendo: Gracias, pero no puedo seguir a vuestros consejos; prefiero pedirles respetar lo que me proponga.
Él era un hombre de férrea voluntad a dedicar todo lo suyo a la construcción de un país próspero y llevar la felicidad a su pueblo.
El 15 de diciembre, dos días antes de su deceso, él recorrió durante largo tiempo el Centro de Información Musical Hana y el área de supermercado de Kwangbok.
El día siguiente él estudió en su oficina hasta la avanzada noche los documentos relacionados con la vida poblacional, y en la misma noche emprendió otro viaje.
Él falleció en el tren, y ese día era el 17 de diciembre de 2011.
Escenas que conmovieron el mundo
A las 12:00 en hora de Pyongyang del 19 de diciembre de 2011, había la notica del deceso del Presidente Kim Jong Il.
El pueblo coreano lloró, y todo el país se convirtió en mar de tristeza y llanto.
Esta escena tan triste continuó hasta el 29 de diciembre, el día de ceremonia memorial nacional.
Particularmente, la escena de la ceremonia de despedida de duelo, celebrada el 28 de diciembre, conmovió mucho el mundo.
Desde la mañana cayeron muchas nieves.
De acuerdo con la información de la Dirección Meteorológica e Hidrológica, el fenómeno de caer muchas nieves antes y después de 28 de diciembre era inaudito en los últimos 80 años. Nevaron tan pesadamente que los hombres no podían reconocer a otros aun en la corta distancia.
Sucedieron las cosas raras y asombrosas entre los que esperaban el vehículo funeral a lo largo de las calles. Se quitaron sus abrigos y hasta bufandas y los pusieron sobre la carretera; algunos fueron a sus casas para traer las frazadas y los edredones; algunos jóvenes se quitaron sus chaquetas y cubrieron con ellas el camino, quedándose en camisetas con corbata.
Esta escena emocionante era visible en todas las calles de más de 40 kilómetros, por las que pasaría el carro fúnebre.
Una escena más extraordinaria fue abierta cuando la caravana pasaba por la carretera en frente del Palacio de Deportes de Pyongyang.
Las masas, que lloraban tan pesadamente, salieron corriendo a la carretera y bloquearon la caravana con sus brazos abiertos; parecían hijos que despedían a su madre fallecida.
Jaju Minbo, el periódico de Corea del Sur, insertó un artículo titulado Ceremonia Fúnebre del Presidente Kim Jong Il: Lloran el cielo y la tierra, que se lee en parte: El cielo de Pyongyang del 28 de diciembre, lleno de llantos, pesares y lágrimas; las masas que lloraban bloquearon el carro fúnebre, gritando “Querido General, no puede ir así”. La caravana debía parar frecuentemente por los habitantes que salieron corriendo a las carreteras para bloquear la procesión. La ceremonia fúnebre hizo a otros pensar mucho. ¿Había visto o existido el pueblo en esta Tierra como los compatriotas del Norte quienes compartieron el amor genuino con su líder? ¿Había escrito alguna vez la historia tan épica como un relato de amor verídico demostrado por los compatriotas en el Norte, amor que es fuera de descripción e imaginación ni se habla ni se escribe sin lágrimas? Los compatriotas, que lloraban tan pesadamente ante la noticia increíble del deceso de su respetado y querido Presidente Kim Jong Il, dieron el último adiós al difunto.