Los errores protocolarios de Trump en Arabia Saudita e Israel

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La gira de Donald Trump ya se convirtió en una polémica más por las formas que por el fondo. Este fin de semana llegó a Arabia Saudita donde firmó un contrato de armas por 110 mil millones de dólares, específicamente para modernizar al que es conocido como el mejor ejército de Medio Oriente. Este lunes, visitó Israel y, en ambos casos, parece que el escrutinio internacional lo tiene como el foco de todas las miradas por su actuación y sus probables desatinos.

Los más importantes diarios del mundo destacaron que Trump había hecho una reverencia al rey Salman de Arabia, de 81 años de edad. Esto trajo a la mente aquella ocasión en que Barack Obama hizo lo mismo y se le criticó por inclinarse cuando saludó al rey Abdulá en la reunión del G-20 en Londres en abril de 2009. A partir de ahí, Obama quedó envuelto en el círculo de las burlas y críticas de muchos republicanos.

Trump usó esto para criticar al mandatario demócrata y, de paso, a su esposa Michelle por no portar el tradicional velo islámico, como hicieron otras personalidades como la canciller alemana Angela Merkel e incluso la primera ministra británica Theresa May. Sucede que en esta ocasión, no sólo Trump cayó en esa misma actitud referencial, que los medios de comunicación estadounidenses consideran como una actitud impropia de un presidente de la nación líder, sino que su propia esposa Melania y su hija Ivanka tampoco cumplieron con el parámetro oficial de cubrirse cabello.

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Unir bandos contra Irán

El secretario de Estado, Rex Tillerson, quien acompaña al mandatario norteamericano, propuso al gobierno saudita la formación de una coalición estratégica definida como «un programa de defensa común» para combatir «la maligna influencia de Irán». Al mismo tiempo, Tillerson advirtió a Irán que cese sus pruebas balísticas. Arabia Saudita compró a Estados Unidos, a través de la mediación de su yerno Jared Kushner, 84 cazabombaderos F-15 SA, la versión más moderna de esta línea, y 150 helicópteros Black Hawk Apache y de sistemas de misiles.

En su discurso en Riad, Trump instó al mundo musulmán a “expulsar al extremismo islamista” de sus fronteras y combatir por sí mismo el terror yihadista sin esperar a que Estados Unidos haga todo el trabajo. “No es un combate entre civilizaciones”, resaltó ante medio centenar de líderes de países islámicos de Oriente Próximo, África y Asia, “es una batalla entre el bien y el mal”.

Israel, el desplante de Melania

En la escala a Israel, Trump también atrapó la atención internacional por un desplante de su esposa Melania quien le rechazó con la mano una palmada cuando trataba de incorporarla al pasaje de la alfombra roja, en compañía del primer ministro Benjamin Netanyahu y su esposa, Sara. En Tel Aviv, Trump hizo un llamado a acabar con el terrorismo y a fomentar la paz y la estabilidad de Medio Oriente.

«Nos encontramos ante una excepcional oportunidad para la paz y la estabilidad para esta región y este pueblo para derrotar al terrorismo y crear un futuro de armonía si trabajamos unidos», dijo tras descender del Air Force One. 

Aquí, una vez más, Trump comprendió que la política internacional no es fácil. Poco se escuchó de su apoyo decidido a Israel, el cual busca extender sus colonias sus zonas industriales de Nablus (norte) y Hebrón (sur) y autorizar la construcción de viviendas en la llamada área C de Cisjordania, que comprende el 60% del territorio ocupado bajo control exclusivo militar y civil de Israel tras los Acuerdos de Oslo de 1993.

Tampoco se oyó nada sobre trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, algo cuyo trasfondo tuvo más intención de no perjudicar la reanudación de las negociaciones de paz con los palestinos en junio próximo, cuando vence la prórroga del veto aplicado por el Ejecutivo al acuerdo del Congreso de 1995 que aprobó el traslado de la legación.

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