La amistad México-Marruecos como factor de reinicio histórico

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Las decisiones en política suelen ser muy especulativas. Por momentos, las acciones apegadas a circunstancias formales pueden funcionar, ya sea basadas en la ley, en dictámenes sociales o en parámetros reflexivos, pero cuando todo eso falla por criterios de manipulación o tergiversación, sólo queda un medio a vencer: la amistad.

La cuestión del Sahara marroquí es un ejemplo de cómo los factores sí pueden alterar el orden de las cosas, aunque el guión original de la experiencia esté registrada en la historia; en el recuento de las vidas que invirtieron necesidades y vivencias humanas como si fuera un padecimiento político que no logra acomodarse a la realidad de un pueblo por presiones o incidencia externas y hasta extrañas.

La creación de un club de amigos no sólo tiene el trasfondo de unir a la gente con el mismo criterio respecto a un tema o un fenómeno, sino de aliviar el camino hacia la sensatez y la cordura de una bitacora común que restañe los elementos que están afectando el panorama mental de la experiencia personal y en conjunto.

Si en filosofía se dice que el ser existe, lo que significa que se le puede percibir desde varias perspectivas y a partir de ahí deducir una equivalencia del ente, no quiere decir que cualquiera que sea el perfil desde el que se le mire, eso sea el  fundamento de su existencia. El ser está ahí aunque se le perciba, porque hay una característica que lo define por sí mismo: su propia esencia, como si fueran hechos que están pegados a él y que son inalienables de conformación.

La unidad humana en torno a la necesidad de corregir los hechos, es como buscar un reacomodo al tiempo; una correción para llevarlo hacia el curso original de los acontecimientos. La política si bien es un conjunto de perspectivas que permite estandarizar hechos y experiencias, también permite manipularlas bajo criterios egoístas y seudopersonales. Una realidad así siempre será un hecho alterado. La prueba de este tipo de situaciones humanas se reflejan claramente en muchos conflictos regionales cuya duración se extiende o por el desconocimiento de la problemática o por la implantación de intereses personales que coartan el derecho a la originalidad histórica.

Los detractores saben que cuando no se puede tener algo, se cambia la visión y se le obliga a permanecer en el tiempo así, tanto como sea necesario hasta que se convierta en un factor alterado bien aceptado; de manera burda también se le llama mentira.

El conjunto de la gente es lo que suele ser la medicina más afable para la correción de las vivencias, digámoslo así, la historia no se puede cambiar, está pegada a los individuos que la han vivido o la han creado. El Sahara marroquí tiene esa realidad, está ahí como una historia única, pero que está siendo obligada a cambiar. Los grupos ventajistas como el polisario o las incidencias impositivas de países como las de Argelia sólo buscan estirar la problemática tanto como se pueda para tratar de sacar beneficios de una comunidad internacional, ya cansada de la misma visión y las mismas reinterpretaciones.

Hoy celebramos la creación de Amigos de Marruecos Club México A.C. cuyo principio es la creación de conciencia mediante la unión de intereses comunes, la visión que rectifique a través de la amistad, la historia del Shara que alguna estuvo compartida con México durante la pangea.

Esa pangea de amistad es la convicción y el cuadro que el historiador, como pintor de hechos, expone sus trazos hacia la rectitud político-social del fenómeno. Sahara es del Reino de Marruecos, esa es la visión histórica real que es preciso corregir cuanto antes. Las arenas del tiempo ya no fluyen, sólo atormentan al pueblo mediante una calamitosa difamación sociológica que crea un separatismo letal que lastima la razón colectiva de la comunidad internacional. Es preciso trabajar por la solución real al caso, no por una resolución ficticia que alargue el problema bajo la perspectiva de un ardid siempre asechante de los vividores de realidades alteradas.

Tal vez sea momento de apagar el fenómeno para dar un reinicio histórico depurado de elementos enajenantes y desestabilizadores. Un trabajo conjunto.

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