La clave del prodigio

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En el balance nacional de la labor antiepidémica de emergencia convocado en agosto pasado la RPD de Corea declaró la victoria en esta campaña antiepidémica destinada a erradicar el Covid-19 que se infiltró en su territorio y preservar la vida y la salud del pueblo.

Como es consabido, este país estableció el hermético bloqueo profiláctico de emergencia desde los inicios de la crisis sanitaria mundial y lo sostuvo persistentemente durante dos años manteniendo la tranquilidad.

Después de infiltrarse el virus maligno en el interior del país, en mayo pasado aparecieron cada día decenas de miles febricitantes y la cifra se incrementaba con el tiempo.

No obstante, se recuperaron a más de 4 700 000 febricitantes contagiados por el virus maligno en un corto tiempo de tres meses desde que se puso en funcionamiento el sistema antiepidémico de máxima emergencia, y se registró la mortalidad de 0.0016%, índice muy bajo que puede ser un milagro inaudito en la historia sanitaria mundial.

¿En qué radica la razón?

Primero, radica en que el pueblo está unido con una misma ideología y voluntad.

En aquel percance en que el virus maligno se infiltró y se iba extendiendo en el territorio, concentró todas las fuerzas en contener y controlar con estabilidad la difusión epidémica y restablecer con prontitud a los contagiados, suprimiendo cuanto antes el origen de la transmisión de enfermedad.

De ahí que se vio en la necesidad de aplicar con rigor el bloqueo zonal y el aislamiento de unidades en todo el país, impulsando al mismo tiempo el riguroso chequeo médico colectivo con miras a detectar, poner en cuarentena y someter al tratamiento a todos los febricitantes.

Esto implicaba multiplicar las dificultades en las faenas públicas y en la vida de cada familia y ciudadano debido a la prohibición de viajes y otros traslados no en una parte o en algunas regiones del país sino en todo el territorio nacional y a la arritmia del trabajo y otras actividades regulares.

Sin embargo, el pueblo coreano dio un buen ejemplo: aceptó todas las normativas e indicaciones referentes a la labor antiepidémica, las consideró como un deber en favor de su patria, de su familia y de sí mismo, las observó de forma voluntaria y concienzuda y las cumplió incondicionalmente.

Como resultado, a los cinco días de la puesta en funcionamiento del sistema antiepidémico de máxima emergencia ya pudo volver a la situación de estabilidad capaz de refrenar y administrar la expansión de la epidemia a escala nacional y cantar con certeza la victoria en la guerra.

Todos los sectores y unidades del país han sostenido de forma incondicional las resoluciones e instrucciones del Estado y logran la concordancia de acción en un orden admirable, lo cual ha sido la más importante superioridad política y estructural propia de la sociedad coreana.

Segundo, radica en el amor y confianza sólidos entre el dirigente y el pueblo.

Aunque estaba gravemente enfermo por la alta fiebre ni un instante el dirigente pudo acostarse en la cama por la preocupación del pueblo y este confiaba al dirigente aunque también padecía de la pandemia maligna con la convicción de que con el líder puede superar todas las penalidades y sin falta sobrevivir, lo cual fue la razón fundamental del prodigio en la campaña antiepidémica.

En los momentos críticos en que todo el país encaraba la amenaza de la pandemia, la mayor preocupación del Partido y el Gobierno eran la salud de decenas de millones de habitantes y también las incomodidades y sufrimientos que deberían experimentar inevitablemente por las intransigentes medidas de bloqueo e interceptación.

Cuando visitó la comandancia de profilaxis de emergencia estatal el Secretario General Kim Jong Un dijo: Francamente dicho, por ahora nuestro pueblo se sentirá inquieto, tanto los ancianos como los niños, sobre todo los parientes jóvenes con hijos se sentirán más atemorizados.

Ellos temerán más a que sus hijos padecieran de la pandemia que ellos mismos la cogieran. Y dijo encarecidamente que es muy importante dar la convicción al pueblo de que puede salir sin falta victorioso en la guerra contra la pandemia maligna.

Al averiguar la situación de profilaxis tomó las medidas correspondientes y envió a las familias difíciles el botiquín preparado en su familia.

Este proceder del dirigente dio gran fuerza al pueblo.

En la campaña de profilaxis de máxima emergencia fueron movilizados numerosos trabajadores de la salud pública velando en el terreno del tratamiento y dedicaron todos los esfuerzos para curar a los habitantes y 2 400 voluntarios que antes había laborado en el sector de la salud participaron en las actividades sanitarias.

Se pusieron de manifiesto los rasgos bellos: unos destinaron toda su hacienda doméstica para comprar artículos y otros entregaron cereales, otros alimentos y artículos indispensables a familias y vecinos necesitados, a los órganos de prevención y profilaxis.

Hombres tan generosos los hay en todos los rincones del país. Y los encontramos en todos los estratos de la sociedad, comenzando por los respetados veteranos de guerra, pasando por los trabajadores ordinarios, las amas de casa y hasta los miembros de la Organización de Niños.

Esas personas virtuosas piensan en los compañeros, los vecinos y el colectivo antes que en ellas mismas y se consagran a ellos con toda sinceridad aunque ellas mismas pasan el hambre. Su mundo espiritual nunca se puede encontrar en otros países.

Por esta razón el líder coreano dijo en su discurso del balance: He cobrado una fuerza incomparable viendo a este pueblo, el mejor del mundo que profesa la misma idea y comparte los mismos sentimientos con el Comité Central del Partido y se dedica al bienestar del prójimo tomándolo como motivo de alegría y orgullo. También he reafirmado la convicción de que con él puedo superar cualquier adversidad y prueba y alcanzar infaliblemente la victoria.

Todo el país forma un cuerpo monolítico en torno a su líder mientras la virtud y el afecto que se nutren del colectivismo constituyen un ambiente nacional. Precisamente con él la RPD de Corea ha podido superar sin dificultad la crisis epidémica sin precedentes y salir airosos de la guerra contra la epidemia.

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