Requisitos preliminares para la declaración del fin de guerra de Corea

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El Presidente de Asuntos Estatales de la República Popular Democrática de Corea  Kim Jong Un hizo mención del problema del fin de guerra en su discurso de orientación política pronunciada en la V sesión de XIV Legislatura de la Asamblea Popular Suprema efectuada a fines de septiembre pasado, lo cual acapara la atención de los analistas.

Ya se sabe que dicho problema fue puesto sobre el tapete una vez más en el 76 período de sesiones de la ONU.

Por supuesto, la declaración del fin de guerra reviste el punto simbólico en el sentido de que significa una proclamación de poner fin al armisticio de la Península Coreana que sigue perdurando siglo tras siglo. Es muy evidente también que ella constituye una condición primordial para el establecimiento del futuro sistema de aseguramiento de la paz.

No habrá cosa más deseable si con ella la Península Coreana pueda acoger una paz duradera.

Pero es muy lamentable que la realidad muestre lo inmaduro de dicho problema.

En la parte sureña de la Península los actos militares de hostilidad no dejan de cesar hoy también agravando la situación regional, debido a los cuales es muy insegura la perspectiva de la mejora de las relaciones intercoreanas. Corea del Sur sigue ignorando las reiteradas advertencias del Norte que exige el abandono de la introducción de los equipos militares de punta y de los ejercicios bélicos conjuntos con Estados Unidos, y marcha a contrapelo del cumplimiento del acuerdo entre el Norte y el Sur consistente en asegurar la paz y la estabilidad militar en la Península. Pone “tacha” de provocación al desarrollo de armas convencionales del Norte, derecho legítimo incuestionable y se enfrasca más en la modernización de sus armamentos.

Asimismo fueron realizados los lanzamientos de ensayo de los misiles balísticos intercontinentales “Minuteman-3” en una base de fuerzas aéreas norteamericana en California en febrero y agosto pasados. En mayo pasado fue publicada de forma relampagueante la declaración de culminación de guía de misiles EE.UU-Corea del Sur y fue aprobada la venta de armamentos de miles de millones de dólares a Japón y a Corea del Sur. No es un secreto para todos que todo eso se apunta a Corea del Norte.

Tampoco es una excepción la resolución norteamericana de transferir la técnica de construcción de submarino de propulsión nuclear a  Australia tomada hace poco.

Dadas tales circunstancias ¿para qué servirá la declaración del fin de guerra que no pasa de ser una hoja de papel?

No es por casualidad que algunos califican de difícil la discusión de dicha declaración pues se muestran diferentes los intereses y calculación al respecto de las partes involucradas.

Todos los problemas engendrados en la Península Coreana, sin excepción alguna, se deben a la política norteamericana de hostilizar al Norte.

La muestran patentemente las fuerzas militares norteamericanas y su enorme cantidad de bienes bélicos de punta que están desplegados o en movimiento en la Península Coreana y su contorno, y los ejercicios bélicos de todo tipo que se libran en todo el año.

Es también el subproducto de esa política el doble rasero según el cual el reforzamiento de fuerzas defensivas del Norte frente a las amenazas militares norteamericanas se tilda de “provocación” y el aumento de gastos militares de EE.UU y sus fuerzas seguidoras en contra del Norte se embellece como el “aseguramiento de fuerzas disuasivas”.

Sin el cambio de las circunstancias políticas en torno a la Península Coreana y de la política de hostilidad de EE.UU y Corea del Sur, no servirá para nada la declaración del fin de guerra.

Más bien esta pueda destruir el equilibrio estratégico de la región y estimular al Norte y el Sur a la carrera armamentista sin fin en medio del fortalecimiento continuo de la alianza EE.UU-Corea del Sur.

Los hechos dicen que la declaración del fin de guerra no pasa de ser una ficción aun después de su proclamada mientras que siga vigente la política de hostilizar al Norte.

La realidad evidencia lo inmaduro de su discusión.

Ya antes Corea del Norte aclaró oficialmente que la declaración del fin de guerra no es un “regalo” para fulano y que ella pudiera quedar como papel inútil a cualquier momento según el cambio de la situación.

En cuanto al problema de declarar el fin de guerra, el Presidente de Asuntos Estatales de la RPD de Corea, en el discurso arriba citado, apuntó que aunque suceda eso dejando intactos los factores de desconfianza y confrontación entre ambas partes coreanas, continuarán los actos hostiles que pueden generar de nuevo los imprevistos choques de diferentes tipos y causar la preocupación en todos los connacionales y la sociedad internacional.

Continuó que antes de declarar el fin de guerra, hay que asegurar el respeto mutuo y dejar la visión prejuiciosa, la actitud parcial y dual y la concepción y políticas hostiles sobre la contraparte, esto es su demanda invariable e importante tarea para reparar los vínculos intercoreanos y forjar su buena perspectiva.

Si Corea del Sur desea de corazón la declaración del fin de guerra tiene que  abandonar la actitud y hábito conflictivos contra el Norte, mantener la posición de independencia nacional no con palabras sino con acciones, tratar las relaciones intercoreanas desde la posición de resolver primero los asuntos fundamentales y ejecutar sinceramente las declaraciones aprobadas entre ambas partes aceptándolas con seriedad.

Mientras que las fuerzas militares norteamericanas permanezcan en Corea del Sur jamás se eliminará la causa raigal de agravar periódicamente la situación de la Península Coreana. La paz duradera de esta región requiere de la retirada de las fuerzas agresivas y equipos bélicos norteamericanos desplegados en Corea del Sur y del abandono de la política de hostilizar al Norte.

Solo entonces la declaración del fin de guerra tendrá su validez verdadera.

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