El estimado compañero Kim Jong Un, Presidente de Asuntos Estatales de la República Popular Democrática de Corea, cuyo noble concepto consiste en que las risas de los niños iluminan al país entero, les entrega lo mejor de todo.
Para los niños recomienda levantar modernos hospitales, casas cuna y jardines infantiles y se retrata con ellos.
En el Día Internacional de la Infancia y el Año Nuevo visita antes que nadie a los huérfanos para pasar el día con ellos. Inconforme con haberles construido magníficos edificios, calcula en la libreta la cantidad de pescados que deben consumir los huérfanos de todo el país y adopta las medidas de su suministro.
Establece como medida política del Partido del Trabajo de Corea abastecer a expensas del Estado los productos lácteos y nutritivos a los niños del país entero, presta atención esmerada a sus uniformes, carteras y otros útiles escolares, y sugiere que el Estado se responsabilice y se encargue de crear todas las condiciones necesarias para su crecimiento y enseñanza.
Bajo el amor del mandatario, para quien la labor relacionada con la joven generación es el mayor quehacer del Estado, los niños coreanos son tratados como reyes del país.
Por eso, lo siguen llamándolo “padre”.
Gracias a su esmerada atención, crecen como futuros pilares y protagonistas del país, como los árboles crecen vigorosos en un terreno fértil.
A continuación, la Embajada de Corea del Norte presenta esta exposición digital sobre el trato decoroso que se le da la niñez de la República Popular Democrática de Corea (RPDC)
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