En las guerras como en los negocios, los puntos ciegos hacen las ventajas. La política de venta de armas suele estar llena de lagunas jurídicas, tal es el caso de la Unión Europea, que acaba de cerrar una de ellas con el que impide a algunos de sus miembros vender armamento a Rusia.
De esta manera Moscú, que se encuentra en plena enfrentamiento con Ucrania, dejó de importar arsenal bélico proveniente principalmente de Alemania y Francia, pese a la existencia de una cláusula que se lo impedía desde la anexión a Crimea en 2014.
Los dos pilares eurocomunitarios dejarán de percibir al menos varias decenas de miles de millones de euros provenientes de la exportación de armas para el Ejército Rojo, lo cual será un negocio que se vendrá abajo para la industria franco-germana, una de las más activas en el sector estratégico mundial.
Para ejemplo basta un botón. La Comisión de la Unión Europea reportó que el año pasado, varios países miembros vendieron armas y municiones a Rusia por un valor de 39 millones de euros (42,3 millones de dólares); la cifra significó el doble de lo vendido en 2020, cuando las ventas alcanzaron los 25 millones de euros, un volumen en línea comparado con años anteriores.
En julio de 2014, el bloque europeo prohibió la exportación de armas a la Federación rusa en respuesta a la anexión que sus fuerzas armadas hicieron en Crimea, sin embargo, una pequeña cláusula en las sanciones permitía las ventas bajo contratos firmados antes de agosto de 2014. Pero no sólo eso, sino que autorizaba continuar con la exportación, aunque de manera más cuidadosa y encubierta.
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Lo curioso del asunto fue que este punto ciego se descubrió apenas Rusia lanzó su operativo militar en suelo ucraniano para proteger a su población en la región de Dumbas, es decir, si no lo hubiera hecho, Alemania y Francia continuarían tranquilamente vendiendo productos de defensa al Kremlin.
Las cosas cambiaron apenas las fuerzas rusas iniciaron sus operativos en Ucrania el 24 de febrero, en algo que el presidente Vladimir Putin considera más como «una operación militar especial» que como una invasión.
Posterior a esto, la Unión Europea impuso cinco rondas de sanciones, cada una más fuerte que la otra, para prohibir la exportación militarista a Rusia, incluyendo una gran variedad de tecnología que podría ser utilizada por su industria de defensa.
El punto ciego aprovechó que las partes estaban dialogando sobre las sanciones, para que las ventas continuaran fluyendo a Moscú hasta que éste fue cerrado apenas la semana pasada, específicamente el ocho de abril cuando el Diario Oficial de la UE suprimió finalmente esa exención.
Quienes lideraron acabar con la venta de armas al Kremlin fueron Polonia y Lituania, países que solicitaron el cierre de esa laguna jurídica, debido a que tienen cercanía o fronteras con el gran Oso.