Destaca el camarada líder Kim Jong Un, la necesidad de contar con sistemas defensivos

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Pyongyang, Oct. 12. 2021, (ACNC)- El gran camarada Kim Jong Un pronunció el día 11 un discurso conmemorativo en la Exhibición del Desarrollo de la Defensa Nacional Autodefensa-2021.

Su texto íntegro va como sigue:

Compañeros:
Hoy tenemos la oportunidad de conocer de primera mano y a simple vista sobre el desarrollo de la capacidad de defensa nacional de nuestra gloriosa patria, la República Popular Democrática de Corea.

Felicitamos calurosamente a quienes están presentes en esta Exhibición del Desarrollo de la Defensa Nacional, epítome del progreso, la modernidad y la valentía de nuestra Corea.
Esta exhibición, inaugurada hoy y denominada Autodefensa-2021, concede mayor connotación y singularidad al aniversario de la fundación de nuestro Partido.

Como expresa su denominación, ella es todo un festival que ilustra de forma intensiva y gráfica el proyecto ambicioso, la capacidad de mando y de ejecución práctica de nuestro Partido que abre una nueva era del fortalecimiento de la capacidad de defensa nacional al mantener invariablemente el lineamiento de la autodefensa indestructible, y que pone de manifiesto el desarrollo espectacular que ha alcanzado nuestro Estado en la ciencia e industria de defensa nacional y sus brillantes perspectivas.

Esta pomposa exposición, síntesis de la política revolucionaria del Partido sobre la defensa nacional y su gran vitalidad, es una demostración trascendental de las potencialidades del Estado, de una significación tan grande como la de una parada militar de gran envergadura.

Compañeros:

Recuerdo vívidamente los trayectos inciertos y tortuosos de la revolución de la industria de defensa nacional que en este último lustro el Partido ha tenido que cubrir inexorablemente entre la vida y la muerte, asumiendo la gran misión histórica de forjarse una fuerza mayor y absoluta para preservar de forma fidedigna la seguridad nacional y por la eterna dignidad, felicidad y bienestar de todas las futuras generaciones, en consonancia con las condiciones subjetivas y objetivas de la revolución coreana, las circunstancias en que se halla y las exigencias de la capacidad militar que aumenta de forma vertiginosa a escala mundial.

En ese recorrido eufórico y plagado de duras pruebas y vicisitudes, hemos dado cada uno de los pasos en aras de una revolución, un patriotismo y una gran victoria que nos colman de orgullo, gloria y dignidad ante el Partido, la patria, el pueblo y la nueva generación.
Los armamentos fabricados en estos cinco años y que se hallan en exposición jamás pueden pasar inadvertidos ante nuestros ojos.

Son de nuestra propiedad y de gran valía que nos acrecientan el orgullo y la dignidad cuanto más los acariciamos, tomamos y contemplamos.

De ninguna manera podríamos obtenerlos si no contáramos con la confianza y el fervoroso patriotismo de todo el pueblo que apoyó de forma incondicional y absoluta la política del Partido acerca de la consolidación de la defensa nacional, en tanto preveía peores sufrimientos y dificultades debido a las persistentes maniobras llevadas a cabo contra nuestra República por las fuerzas hostiles que sienten un temor desaforado a nuestro fortalecimiento.

Esas armas contienen un sinfín de anécdotas inolvidables sobre los científicos, técnicos y obreros del sector de defensa nacional que han pasado indecibles pruebas siguiendo al Partido y llevan impregnados la densa sangre y el sudor que derramaron en un esfuerzo abnegado agotando su entusiasmo e ingenio.

En todo momento han apoyado de manera incondicional y absoluta y aceptado con resolución cualquier exigencia y decisión del Partido y han hecho gala de una lealtad y heroísmo sin límites en aras de la empresa histórica del incremento de la capacidad de defensa nacional.

Quisiera aprovechar esta ocasión para agradecer de corazón, en nombre del Partido y el Gobierno y en reflejo del sentir de todo el pueblo, a todos los científicos, técnicos, hombres de mérito y obreros del sector que han contribuido a obtener los últimos logros extraordinarios con vistas a poseer una enorme capacidad de defensa de nivel mundial, sin precedentes en la historia de la República, y hacer realidad el sueño acariciado durante mucho tiempo por el pueblo.

Igualmente extiendo mis más sinceros agradecimientos a todo el pueblo.
Confío en que ésta sea una exhibición de los vencedores para el balance de nuestro gran triunfo, de estímulos y alientos que le multiplica la fuerza y el ánimo al sector de la defensa nacional y a todo el pueblo, y de carácter emprendedor que inyecta mayor celeridad y vigor al desarrollo de la construcción del socialismo a nuestro estilo.
Compañeros:

La esencia de la política del Partido sobre la defensa nacional es defender por cuenta propia la patria y el pueblo, así como refrenar cualquier amenaza y desafío y preservar la paz de forma fidedigna e invariable con ayuda de la gran capacidad defensiva en constante aumento.

Si nos atenemos a la demanda y el carácter específico de la revolución y a las lecciones que ha aprendido la nación martirizada por las invasiones foráneas a lo largo de su historia y que se ve en la necesidad de construir el socialismo en medio de la amenaza de las fuerzas hostiles que perdura siglo tras siglo, el fortalecimiento de la defensa nacional deviene un asunto insoslayable, indispensable y de vital importancia para nuestro Partido, Gobierno y pueblo.

Es consabido que si uno no posee la capacidad defensiva en un nivel elevado, se somete a las obligaciones, sujeto a la amenaza militar desde el exterior, y a la larga se ve incapaz de preservar la existencia del Estado y el pueblo.

En el mundo actual el desarrollo acelerado de la tecnología militar y de los armamentos transfigura las operaciones militares y trae cambios en la seguridad estatal en distintas regiones.

A partir de la tirantez militar de la Península Coreana y sus alrededores, hoy el Estado enfrenta un peligro militar diferente del de hace diez, cinco, mejor dicho, tres años.
Lo patentizan los distintos simulacros militares llevados a cabo con harta frecuencia por Estados Unidos y Corea del Sur en un intento de afrontar alguna amenaza, si bien en público hablan solamente de la paz, cooperación y prosperidad. De igual forma, la tentativa surcoreana de la modernización armamentista que últimamente se vuelve excesivamente cínica, nos permite conjeturar sin dificultad el futuro cambio de las circunstancias militares en la región de la Península Coreana.

Fuertemente patrocinada por Norteamérica, actualmente Surcorea intenta renovar la capacidad de combate de su ejército introduciendo una gran cantidad y variedad de armas sofisticadas como los aviones de caza invisibles para el ataque conjunto y los aviones de exploración teledirigidos de gran altura.

Tras su reciente modificación de la directriz de misiles, pone de relieve su propia tecnología de defensa e intenta en cuerpo y alma modernizar sus distintos equipos militares de ataque, entre otros el desarrollo de gran variedad de ojivas, su lanzamiento de larga distancia, el aumento de la capacidad de misiles con un objetivo bien claro, el incremento de la combatividad de los submarinos y el desarrollo de los aviones de caza.

Resulta peligroso pasar por alto esas tentativas desmedidas, pero más lo son las «razones» que esgrimen para la modernización militar y su dualidad hipócrita y vandálica.

Las autoridades surcoreanas hacen más de lo que deben y ahora se han puesto a privarnos del derecho al desarrollo de la capacidad de defensa propia. Se atreven a tildar nuestro ensayo de las armas convencionales de provocación y amenaza militares, de proceder inapropiado que agrava la tensión, etc., y hoy son las primeras en alzar las voces contra nuestra República en el coro de las fuerzas hostiles acaudilladas por Estados Unidos.
Hoy en Corea del Sur «provocación» y «amenaza» son «términos exclusivos para aludir a Corea del Norte».

La actitud hipócrita de Sudcorea que por una parte intenta maniatarnos con resoluciones ilegítimas de la ONU en un afán de impedir nuestro desarrollo de la capacidad de defensa y que por la otra se aferra a la carrera armamentista bajo el rótulo «justiciero» de que enfrenta la «amenaza» pregonada unilateralmente por ella misma, así como el amparo taciturno de Norteamérica siguen degradando los sentimientos intercoreanos. Los intentos peligrosos e ilimitados que ellas persiguen en aras de la mayor capacidad militar inciden en el desequilibrio militar y fomentan la inestabilidad y el peligro militares en la región de la Península Coreana.

Bajo el infundado pretexto de refrenar nuestra «amenaza», Sudcorea exteriorizó en varias ocasiones su ambición de superarnos en la esfera militar y cada vez blande invariablemente la preservación de la paz.

Definir a Corea del Norte no como interlocutora del diálogo o socia de la cooperación sino como «amenazadora» y «objeto que debe ser reprimido», esta es la expresión elocuente de la hostilidad que siente Corea del Sur y que esta lleva en sí, por mucho que trate de desconocerlo.

Lamentamos mucho la desaforada ambición de Corea del Sur y su actitud dual, ilógica y bandidesca con que promueve la injusticia y afecta los sentimientos. Si
en adelante quiere seguir privándonos del derecho a la autodefensa, no lo toleraremos jamás y le contrarrestaremos con una acción enérgica.

Pero, si ella no nos provoca y no cuestiona el ejercicio de nuestra soberanía, juro que no habrá nunca la tensión en la Península Coreana.

Si no fuera por ello, no habrá ninguna controversia entre ambas partes de Corea ni motivo alguno para ella.

Reitero que Sudcorea no es un objeto de acción de nuestras fuerzas armadas.
Y no cabe la menor duda de que no fortalecemos la capacidad de defensa nacional tomándola como blanco.

No se debe repetir la espeluznante historia del uso de armas en esta tierra por los mismos compatriotas.

Una vez más aclaramos que no hablamos de la guerra con alguna parte, sino que forjamos la disuasión de guerra literalmente para evitar ella misma y defender los derechos estatales. La disuasión de guerra a la que nos referimos y la retención del Norte de la que habla Corea del Sur son conceptos distintos tanto en cuanto al término como al significado y la esencia.

Nuestro enemigo principal es la misma guerra y no Surcorea, Estados Unidos o algún otro país o fuerza específica.

Como expresé en el reciente discurso de orientación política, lo único que deseo es que las autoridades surcoreanas se liberen cuanto antes de la excesiva percepción de crisis y perjuicio, dejando atrás la angustia anticuada y anacrónica y la misión ilusoria de que el concepto generalizado de la sociedad surcoreana acerca de Corea del Norte debe contener la amenaza norcoreana.

No nos toca valorar la situación actual de manera improvisada, sentimental o subjetiva sino con serenidad y exactitud.

Aparte de la desmedida obesidad militar y ambición surcoreanas en cuestión, el cambio de las actuales circunstancias militares y políticas en la Península Coreana y sus cercanías, que se encuentran bajo el control estadounidense, entrañan innumerables peligros para el futuro y nos apremia para que nos transformemos en un ente aún más poderoso.

Aunque en estos días Estados Unidos nos emite frecuentemente la señal de que no es nuestro enemigo, no hay ningún motivo de acción que pueda convencernos de que no lo sea.

El mundo no está lleno de tontos. Me pregunto si alguien creerá en su afirmación de que no es enemigo de la República Popular Democrática de Corea. Y me extraña si alguien o algún país lo cree.

Con sus criterios y actos erróneos Estados Unidos motiva aún la tensión en la región.
Es evidente que la inestable situación en la Península Coreana no se puede superar con facilidad a causa de Estados Unidos.

La realidad nos enseña que si retrocedemos por un instante en el avance y damos un suspiro de alivio, embriagados con los éxitos logrados en el aumento de la capacidad de defensa nacional, el equilibrio militar en la región correrá cada día mayor peligro y nuestro Estado puede afrontar peor inseguridad y una situación más amenazadora.

En medio de la actual situación inestable en la Península Coreana, corresponderle con el desarrollo sostenido de nuestras fuerzas militares constituye un requisito que la época plantea a nuestra revolución y la responsabilidad suprema que asumimos para la revolución y la posteridad.

La realidad nos demanda a impulsar, sin vanagloriarnos ni detenernos jamás, la tarea de disponernos de fuerzas y medios capaces de controlar de manera estable las inquietudes y amenazas reales.

El empeño de la posesión de gran capacidad militar debe ser una política estatal de capital importancia y un derecho constante, natural, autodefensivo y
obligatorio de un Estado soberano, tanto en un ambiente de paz como en una situación de enfrentamiento.

Esto se debe a que la capacidad de defensa propia constituye el fundamento en que se asienta un Estado y la garantía de su desarrollo.

Con una actitud resuelta y categórica encararemos todos los viles actos de las fuerzas hostiles encaminados a provocar la tensión militar en la región de la Península Coreana y nos esforzaremos con denuedo por contribuir al logro de una paz duradera en esa región al disminuir paulatinamente y eliminar los factores que estremecen el cimiento de un ambiente de paz.

Nuestros esfuerzos diplomáticos por la paz no significan jamás la renuncia de nuestro derecho a la defensa propia.

Compañeros:

El VIII Congreso del PTC presentó a los sectores de la ciencia y de la industria de defensa nacional la concreta tarea de llevar a cabo la segunda revolución en la esfera, para así volver irreversible la superioridad de nuestra tecnología militar.

Su esencia es fortalecer más en lo cualitativo y cuantitativo la disuasiva de guerra de la que ya disponemos y acelerar más el desarrollo y producción de los medios estratégicos y tácticos, necesarios para la seguridad del Estado.

Nuestro Partido confía en el indoblegable espíritu revolucionario, el patriotismo excepcional y el extraordinario e inteligente cerebro y talento de nuestros científicos y obreros de la industria militar que obran a toda costa e incondicionalemte milagros sin precedentes si lo exigen el Partido y la revolución, así como en la poderosa base de dicha esfera bien consolidada en las pruebas durante un largo período.

En los días de la revolución de la industia de defensa nacional en su primera etapa nuestro Partido estudió suficientemente la fidelidad y profesionalidad de sus científicos y técnicos y el potencial de cada unidad y sus talentos y reafirmó la convicción de que sería del todo posible alcanzar las metas más altas del fortalecimiento de la capacidad defensiva mientras cuenta con aquellos fidedignos soldados revolucionarios acostumbrados a consagrarse de lleno por el bien de la patria y el pueblo.

Esa convicción se confirma y vaticina con optimismo la victoria de una nueva etapa cuando pienso en el nutrido contingente de científicos creativos, competentes y prometedores que materializan infaliblemente y con iniciativas sorprendentes cada una de las ideas concebidas por el Partido.

Estos jóvenes talentos constituyen pilares que sostienen con firmeza el presente y el porvenir del sector de nuestra industria de defensa nacional, así como una gran fuerza del Partido y el Estado.

Además, tenemos a nuestros orgullosos obreros de la industria de defensa nacional que siempre son ilimitadamente fieles a la causa del Partido y la revolución.

El Partido deposita gran confianza en los científicos y obreros del sector.
Se prevén cambios constantes en nuestra capacidad autodefensiva.

Gracias a la voluntad inconmovible y dirección certera de nuestro Partido y a los científicos y obreros del sector que profesan una fidelidad incondicional a esta organización rectora y la revolución, se cosecharán éxitos más resonantes en nuestra justa causa patriótica y, por consiguiente, una fuerza estratégica y una disuasiva de guerra más seguras, completas y potentes velarán por la seguridad y el futuro de nuestra patria y pueblo.

Compañeros:

Hoy celebramos por todo lo alto la Exhibición del Desarrollo de la Defensa Nacional y su objetivo verdadero es animar a los científicos, técnicos y obreros del sector por ese motivo, imbuir al pueblo renovada convicción y coraje y, más que todo, estimular con mayor brío el aumento de la capacidad de defensa nacional.

No debemos enorgullecernos simplemente de la gloriosa historia de la industria de defensa nacional que ha venido fortaleciendo la capacidad defensiva en un nivel que exige cada etapa de la revolución en desarrollo sino pensar en cómo dar un mayor salto tomando como trampolín los esfuerzos tesoneros y el desarrollo que hemos logrado durante más de medio siglo a costa de la sangre y el sudor.

Mediante la actual exposición el sector analizará y evaluará de forma exacta e integral los éxitos y el grado de desarrollo que hemos alcanzado hasta la fecha, concebirá y diseñará a base de ello el desarrollo vertiginoso de cada uno de sus renglones, intercambiará y poseerá en común las experiencias excelentes adquiridas hasta el momento y tomará las medidas destinadas a alcanzar más rápido los niveles más elevados.

Todos, conscientes una vez más de la grandiosa estrategia del desarrollo de la defensa nacional presentada en el VIII Congreso de nuestro Partido y con ánimo redoblado, harán aportes al aumento de la capacidad defensiva.

Compañeros:

Nuestro Partido les expone sin ambages la demanda de la revolución y la situación actual y encuentra un gran ánimo en su actitud consecuente y lealtad a la patria.

Vuelvo a subrayarles que poseer y fortalecer de forma ininterrumpida una fuerza militar invencible a la que nadie se atreve a enfrentarse constituye la política de máxima importancia, la meta y la voluntad invariable de nuestro Partido.

Todos los compañeros aquí presentes revisarán con frialdad la realidad de los sectores y unidades a que pertenecen en vista de los éxitos contundentes alcanzados en el sector de la industria de defensa, decidirán de nuevo qué frutos lograrán para el Partido, el Estado y el pueblo, y también tomarán una nueva resolución en cuanto a la ayuda sustancial para el desarrollo acelerado de la referida industria.

Por supuesto, el país sigue sufriendo dificultades económicas y los demás sectores también tienen tareas urgentes e importantes, pero todos deben tener presente la gran importancia del fortalecimiento de la capacidad defensiva y que sin el avance prioritario del sector de la defensa nacional no se puede concebir ningún desarrollo y éxito de nuestra revolución
Sin la poderosa capacidad defensiva no se puede esperar el cumplimiento exitoso de las políticas internas y externas del Partido y el gobierno, ni pensar en la estabilidad y las circunstancias pacíficas del país.

Siguiendo la firme e invariable voluntad de nuestro Partido y gobierno, también la población entera considerará como máxima labor patriótica el incremento de la capacidad de defensa nacional y no le escatimará la ayuda material y espiritual.
Aun para nuestras generaciones venideras, tenemos que ser fuertes. Y esto es lo primordial.

Teniendo bien presente la decisión que hemos tomado ante la patria, la revolución y el pueblo, y con la fe inquebrantable en la victoria y la confianza en nosotros mismos, consagremos todos, por entero, el cuerpo, el alma, la inteligencia y el afán a la sagrada causa para consolidar por todos los medios la capacidad defensiva de nuestro Estado.
Una vez más les doy bienvenida a todos ustedes a esta ceremonia que les permite conocer de cerca a nuestra orgullosa fuerza militar.

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