El 26 de mayo de 2015, el Parlamento de Níger adoptó la ley 2015-36, referente al tráfico ilegal de migrantes, que dio como resultado una seguridad basada en la represión. Esta legislación fue redactada bajo los auspicios de la Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Crimen (UNODC) y con el financiamiento de Italia y Dinamarca. Los proveedores de servicios para migrantes tales como transportistas, hoteleros, intermediarios, etc. que habían estado operando en parte como una función social y económica a través de la infraestructura de movilidad en el Sahara, de repente fueron criminalizados y amenazados con imponerles duras penas e, incluso, la prisión.
Se establecieron nuevas formas de control con el apoyo de las instituciones eurocomunitarias y de países miembros a los que afectaba la migración en la región del Sahara.
Numerosos periodistas, activistas e investigadores han impugnado esta cuenta, argumentando en cambio que las condiciones de amenazas a la vida de los migrantes han sido exacerbadas por la implementación de dicha medida. También han resaltado el papel de Níger como una pieza clave en el control de la migración dentro de las políticas eurocomunitarias de fronteras externalizadas, es decir, en las zonas donde el bloque europeo extiende su control fronterizo más allá de su perímetro, incluyendo la parte sur de la región del Sahara-Sahel.
Como resultado, los efectos de la ley, junto con otras formas de control adoptadas, lo que se ha logrado es forzar a que los conductores de camiones busquen trayectorias más lejanas en el desierto, creando situaciones de riesgo e incluso fatales, cuando el vehículo se descompone y abandona a los migrantes a su suerte para evitar ser aprehendidos.
No son pocos los especialistas que han denunciado que esta ley ha traído como consecuencia un desastre humanitario tanto para migrantes como para los mismos nigerianos, también ha conllevado a una precariedad económica y a un constante temor a multas severas, incluyendo la cárcel, entre la población local, sobre todo, entre quienes habitan en la zona de Agadez. Pese a todos estos esfuerzos se desconoce el número de migrantes que han muerto, lo cual se atribuye al temor a recibir castigos severos establecidos por la ley, algo que ha obligado a que las rutas migratorias se internen cada vez más en el desierto, en zonas donde es difícil dar un seguimiento o monitoreo del proceso.
Es en este contexto en que un analisis geoespacial ha sido realmente más provechoso para definir la situación forense de esas zonas desérticas, donde la famosa Ley 2015-36 ha causado sus efectos letales. Asimismo, es una forma de recolectar evidencias de los efectos causados por la externalización de fronteras, lo cual puede ayudar a que las autoridades fronterizas, el gobierno de Níger, la Unión Europea y todos sus miembros, así como las agencias de la ONU, puedan tener una imagen más clara de lo que sucede en esa región.
La práctica de la externalización de fronteras realizada por algunos miembros eurocomunitarios para hacer declinar la curva de migrantes que buscan cruzar desde el Sahara ha traído desembocado en una militarización y la aplicación de tácticas represoras en la zona de Agadez.
A fin de evitar las terribles sanciones impuestas por la nueva ley los traficantes, calificados como «inescrupulosos», han optado por tratar de burlarla, transportando a los migrantes hacia zonas desérticas cada vez más remotas, exponiendo a la gente a diversos peligros.
Cabe destacar que estas acciones ya se están exportando hacia otras áreas críticas como la frontera entre México y Estados Unidos y el Mediterráneo. Aunque estos estudios han tenido la intención de denunciar estas acciones, en realidad lo que han ocasionado es que los propios migrantes consideren a los traficantes como gente que les están proyendo de un servicio necesario.
Aunque el estudio realizado es mucho más extenso, con estas pruebas podemos darnos cuentas que existen nuevos patrones migratorios que se combinan con los tradicionales, mismos que han sido parte de la cultura nigeriana, así como del tránsito hacia Argelia y Libia. En consecuencia, Níger se ha convertido en un hub donde convergen diferentes formas de movilidad. Las rutas a través de este país se han convertido en la única alternativa para la gente que busca escapar de la violencia o los problemas económicos.
En 2015, la migración llegó a tal grado en la Unión Europea que casi hizo colapsar la llamada Zona Shengen. Ante ello, el bloque europeo procedió a establecer controles migratorios fuera de sus fronteras, especifícamente en países africanos. Debido a su importante ubicación geográfica, Níger se convirtió en el eje central de las políticas migratorias de eurocomunitarias (Foto 4).