La marina rusa; el poder flotante

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Hablar de Rusia es referirse a una de las potencias militares más fuertes del planeta. Una prueba de ese poderío es su armada, la cual tiene una tradición no sólo táctica, de combate o de vigilancia costera, sino de producción naval y de astilleros activos. Si echamos un vistazo a las potencias colonialistas del siglo XVIII, veremos que sólo aquellas que tuvieron un gran dominio naval fueron las que destacaron en la carrera por la posesión de tierras en otros continentes. No en balde, el político y navegante inglés Sir Walter Raleigh decía que sólo aquellos que dominarán el mar serían los dueños del mundo.

En el caso de la marina rusa, ésta comenzó su historia precisamente a finales del siglo XVIII con la flota de Azov, una formación naval destinada específicamente a apoyar al ejército en la toma de la fortaleza turca de ese mismo nombre, que era clave para que Rusia tuviera acceso al Mar Negro. Esta primera unidad constaba con embarcaciones construidas entre 1695 y 1696. Ese mismo año, y considerando la importancia estratégica de esta arma, el Principado de Moscú decretó la fundación de la flota militar rusa.

Breve historia

Durante el siglo XVII sus movilizaciones permitieron a Rusia enfrentar diversas amenazas durante la Gran Guerra del Norte (1700-1721), fue así como surgió la Flota del Báltico, teniendo como base la ciudad de Kronslot (posteriormente conocida como Kronstadt). Entre los objetivos de la marina de guerra rusa estaban: el combate contra fuerzas navales enemigas, la defensa de las rutas marítimas, prestar apoyo táctico y logístico al ejército y apoyar sus incursiones en territorio enemigo desde el mar.

De no haber sido por estas circunstancias, Moscú no hubiera estado en condiciones de participar en la Primera Guerra Mundial, donde sus buques hacían la diferencia en muchos casos bélicos de ultramar. La Segunda Guerra Mundial trajo consigo una revolución en la forma de hacer la guerra. Los alemanes se basaron más en la superioridad aérea, dejando en un plano secundario a las fuerzas navales. Esta misma tendencia fue adoptada por las fuerzas soviéticas que también desarrollaron una fuerza aeronaval.

La amenaza submarina

Tras la postguerra, el sistema bélico cambió nuevamente. Las potencias ya eran capaces de sostener ataques con misiles teledirigidos desde buques cada vez más rápidos y con mayor autonomía; impulsados por energía nuclear. Ahora el factor estratégico pasó de ser aeronaval a una amenaza submarina. Aquí también los rusos cuentan con importantes capacidades bajo mar que los hizo fuertes rivales de sus homólogos estadounidenses durante la llamada Guerra Fría.
Según el analista táctico Stale Ulriksen, de la Academia Naval de Noruega, los submarinos rusos actuales son armas verdaderamente amenazantes pues son mucho más silenciosas que los de sus contrapartes estadounidenses y de la OTAN. Sumergibles como el Piranya pueden transportar un verdadero arsenal de misiles, especialmente los Kalibr, capaces de atacar objetivos marítimos y blancos terrestres.

En la actualidad, la Armada rusa se ha extendido hacia diferentes campos estratégicos como son la infantería naval, fuerzas submarinas, aeronavales, guardacostas, sistemas balísticos y artillería navales.

La Armada rusa cubre básicamente cuatro frentes divididos por las flotas del Norte, Pacífico, Báltico y Mar Negro, así como por la Flotilla del Caspio. En el Día de la Armada rusa, que se celebra el último domingo de julio, el presidente Vladimir Putin, elogió a todos los componentes y sectores que forman esta arma del Kremlin por su tenacidad y capacidad para erigir a Rusia en una de la potencias más fuertes del mundo.

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