La independencia y el presidente Kim Il Sung

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El Presidente Kim Il Sung (1912-1994) condujo la revolución coreana durante más de 70 años en el siglo pasado y mantuvo la independencia con constancia durante toda su vida. En su empeño por liberar al país de la ocupación militar del imperialismo japonés (1905-1945) él se dio cuenta de que el artífice de la revolución son las masas populares, mismas que pueden llevar a la victoria sólo si se confía en su fuerza y las moviliza de manera organizadas.

Asimismo, pensó que la revolución se debe llevar a cabo con su propio criterio y bajo su propia responsabilidad, resolviendo todos los problemas presentados con su propia fuerza y de acuerdo con la realidad e interés de su propio país. Percibió la idea Juche, como el dueño del destino de uno es uno mismo y la fuerza con que forjarlo la tiene también uno mismo y la enunció en “El camino a seguir por la revolución coreana”, informe presentado en la histórica conferencia de los revolucionarios coreanos de nueva generación, efectuada en junio de 1930.

En la misma reunión presentó también otra de que la revolución inicia, avanza y triunfa con arma (idea que más tarde sería caracterizada como la idea de Songun), idea basada en aquella doctrina.

Desde entonces la revolución coreana empezó a avanzar por el camino de independencia iluminado por esos pensamientos. Los revolucionarios coreanos dirigidos por su Líder Kim Il Sung libraron la lucha armada de 15 años enarbolando la bandera de la independencia hasta derrotar al imperialismo japonés y liberar el país(15 de agosto de 1945).

Corrían diversas ideas y opiniones y las personas estaban desorientadas,
cuando Kim Il Sung, a partir de la realidad de país, optó la democracia progresista, cuya característica más importante es mantener la independencia, es decir no depender de otros países ni someterse a ellos en la construcción de una nueva sociedad, sino hacerla en todo caso de manera independiente y creadora.

En Corea, liberada la construcción de una nueva sociedad, se realizó tal
como él deseaba. Se efectuaron tareas de la revolución democrática de carácter antiimperialista y antifeudal, reformas democráticas. Con la
realización de la reforma agraria se eliminaron las relaciones feudales de
posesión de la tierra y los agricultores se convirtieron en dueños de ésta;
con la nacionalización de las importantes industrias, los obreros y
oficinistas en los encargados de las fábricas.

En virtud de la Ley de Igualdad de los Derechos del Hombre y la Mujer las mujeres llegaron a tener asegurados jurídicamente los mismos derechos que los hombres y de la Ley del Trabajo se le ofrecieron a los obreros y oficinistas la jornada de 8 horas y las vacaciones pagadas. Con base en estos éxitos, en septiembre de 1948 se fundó la República Popular Democrática de Corea (RPDC), el primer Estado de este tipo en el oriente.

En junio de 1950, la fuerza aliada del imperialismo desató la guerra
contra la RPDC. Movilizó sus fuerzas terrestres, marinas y aéreas, más de
dos millones de efectivos, y más de 73 000 000 toneladas de materiales
bélicos, imponiéndole al pueblo coreano encontrarse en una dilema:
quedarse otra vez como esclavo del imperialismo o como digno pueblo
independiente.

El presidente Kim Il Sung llamó al ejército y otros sectores del pueblo
a incorporarse en la lucha por defender la soberanía. Pese a la lluvia de
bombas y proyectiles, cubriendo un trayecto de más de 20,480 kilómetros, visitó 1056 unidades del frente y la retaguardia y creó originales estrategias y métodos de guerra. Desde los días subsecuentes a su fundación, la RPDC ha mantenido constantemente la línea de la construcción de una economía nacional independiente. No le fue fácil esto. En la postguerra los preconizadores de la economía unificada de los países socialistas impusieron a Corea incorporarse en el CAME obstaculizando su desarrollo económico.

No le enviaron ni siquiera los materiales de acero y máquinas ya contratados y la presionaron por todos los medios. El mandatario coreano le hizo frente a
rajatablas y exhortó a los obreros y otros sectores del pueblo a desplegar
el espíritu de apoyarse en los propios esfuerzos. En acato a su llamamiento el pueblo coreano desarrolló rápidamente la economía, logró incrementarla en un promedio anual de 19.1 por ciento en 14 años, culminando las tareas seculares de la industrialización.

Por haber contado con la potente economía nacional independiente la RPDC pudo mantener firmemente la soberanía en la política y la autodefensa en la salvaguardia nacional. Mantuvo inalterable el socialismo también entre finales de la década de 1980 y el comienzo de la de 1990 cuando ese ismo se desplomó en la antigua Unión Soviética y otros países europeos orientales.
La bandera de la independencia, que el presidente Kim Il Sung mantuvo durante toda su vida, sigue flameando hoy como símbolo de la RPDC.

*El autor es presidente del Instituto de Amistad Colombiano-Coreano.

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