Haciendo gala de sus habilidades como comerciante, el presidente de Estados Unidos Donald Trump le da una vuelta de tuerca al Congreso y lo condiciona a mantener el apoyo a los llamados «dreamers», a cambio de obtener mayores recursos para construir el muro fronterizo.
Apenas dos días después de que el Congreso le autorizará la derogación del programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), el magnate inmobiliario dijo en forma sarcástica a los más de 800 mil jóvenes que han estado amparados por esta iniciativa, que «no se preocupen en los próximos seis meses», en referencia al plazo que todavía hay para eliminar completamente el programa.
La cosas quedan absolutamente en manos del Congreso. La decisión del mandatario neoyorquino ha causado una fuerte división, a tal grado que incluso el líder de la Cámara baja, el republicano Paul Ryan, recomendó a Trump no derogar el programa, que fue creado por su predecesor, Barack Obama.
A su vez, el sector empresarial norteamericano reconoce que los inmigrantes hacen una contribución económica importante y advierten que acabar con el DACA significaría un daño considerable a la economía estadounidense.
De entrada, la bancada demócrata, ya manifestó su desacuerdo con la decisión de Trump, la cual consideran que convierte a este grupo generacional de migrantes en un pretexto para presionar a la Cámara baja y someterla a sus caprichos.
“Realmente creo que el Congreso quiere ocuparse de esto (DACA)”, comentó ayer Trump a los periodistas a bordo del Air Force One, donde mencionó específicamente su interés y el de los líderes demócratas en el Capitolio, el senador Chuck Schumer y la legisladora Nancy Pelosi, en que “algo suceda” al respecto.
