Destaca Mohammed VI visita del Papa Francisco a Marruecos

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El Papa Francisco realizó este fin de semana una visita oficial a Marruecos, y fue recibido por SM el Rey Mohammed VI. Se trató del 28o. Viaje Apostólico Internacional.
El Pontífice estuvo dos días en el país norafricano donde celebró una misa en Rabat, visitó el Centro Rural de Servicios sociales de Témara. Asimismo, asistió al Consejo Mundial de Iglesias en la Catedral en esa misma ciudad, donde abogó por los migrantes y pidió a los gobernantes del mundo que aumenten sus esfuerzos para evitar el tráfico de personas.
Este es el discurso de bienvenida que el Rey Mohammed VI dictó en su honor en la explanada de la Mezquita Hassan en Rabat.

“Loor a Dios, la oración y el saludo sean sobre nuestro señor enviado de Dios, su familia y compañeros

Vuestra Santidad,

Excelencias, Señoras y Señores,

En el día de hoy vivimos un acontecimiento excepcional, por dos razones: en primer lugar, por la visita que a nuestro país efectúa Su Santidad el Papa Francisco I; y en segundo lugar, porque tal visita del Soberano Pontífice me viene a recordar aquella otra que llevó a cabo el Papa Juan Pablo II a Marruecos, una visita histórica.

Esta visita se enmarca dentro de la longevidad de las relaciones entre Marruecos y el Vaticano.

En este sentido, Hemos querido que la fecha y el lugar de la misma reflejen la profundidad simbólica, la importancia histórica y todo cuanto este Encuentro implica como valor civilizatorio.

El lugar de apertura, de paso y de cruce que hoy nos recibe, representa en sí el símbolo de un armonioso equilibrio.

Sabiamente ubicado en el punto de encuentro entre el río Buregreg y el Océano Atlántico, se alinea en un mismo eje con la Mezquita Al-Kutubia de Marraquech y la Giralda de Sevilla, marcando un enlace espiritual, arquitectónico y cultural, entre África y Europa.

Ha sido también deseo Nuestro que Vuestra visita coincida con el bendito mes de Rayab, un mes que conoció uno .de los episodios más emblemáticos en la historia del Islam y la cristiandad cuando, por orden del Profeta Muhammad, la paz y el saludo sean sobre él, los musulmanes que huían de la persecución, abandonaron la Meca, en busca de refugio cerca del Negus, rey cristiano de Abisinia.

He aquí el primer acto de recibimiento y de conocimiento mutuo entre las religiones musulmana y cristiana. Así pues, hoy conmemoramos este acto de conocimiento mutuo, que se legará a la posteridad.

Vuestra Santidad,

Excelencias,

Señoras y Señores,

La visita de Vuestra Santidad a Marruecos se produce en un contexto en que la Comunidad de Naciones, al igual que la de todos los Creyentes, se hallan confrontados a retos de otras épocas: el reto de la negación del Otro; y el reto de las teorías canallescas, que se nutren de la traición y de la instrumentalización del Mensaje Divino.

En este mundo que no cesa de buscar puntos de referencias, el Reino de Marruecos jamás ha dejado de proclamar, enseñar y vivir a diario la Hermandad de los Hijos de Abraham, pilar fundamental de la riqueza y diversidad de la civilización marroquí.

La simbiosis que, más allá de las confesiones une a los marroquíes, es un elocuente ejemplo. En tal simbiosis radica nuestra realidad, materializada en las mezquitas, iglesias y sinagogas, que siempre han convivido en las ciudades del Reino.

Nos, Rey de Marruecos, Emir de los Creyentes, de todos los Creyentes, somos el garante del libre ejercicio de los cultos.

En mi calidad de Emir de los creyentes, no puedo hablar de la Tierra del Islam, como si en la misma sólo vivieran musulmanes.

Velo, efectivamente, y garantizo el libre ejercicio de las religiones del Libro; protejo a los judíos marroquíes y a los cristianos de otros países que viven en Marruecos.

Vuestra Santidad,

Excelencias,

Señoras y Señores,

Nunca hemos dejado de buscar a Dios más allá del silencio, más allá de las palabras y más allá de la comodidad de los dogmas, para que nuestras religiones sigan siendo puentes privilegiados e iluminados y que pervivan las lecciones y los mensajes del Islam de las luces.

El diálogo entre las religiones abrahámicas es claramente insuficiente en la realidad actual. En un momento en que los paradigmas se mueven en todas partes y lugares, el diálogo interreligioso también debe cambiar.

El diálogo orientado hacia la «tolerancia» habrá fracasado sin alcanzar su objetivo.  Las tres religiones abrahámicas no existen para tolerarse, por resignación fatalista o aceptación altiva; existen para abrirse y conocerse, en un valeroso concurso de hacerse el bien, unos a otros:

قال تعالى :»يا أيها الناس، إنا خلقناكم من ذكر وأنثى، وجعلناكم شعوبا وقبائل لتعارفوا، إن أكرمكم عند الله أتقاكم»، صدق الله العظيم.

“Os hemos creado a partir de un varón y de una hembra: os hemos constituido formando pueblos y tribus para que os conozcáis. Para Dios, el más noble de entre vosotros es el que más Le teme” (Sagrado Alcorán).

El «co-conocimiento» es una negación del radicalismo, de todos los radicalismos, sean religiosos o no. Porque el verdadero aliado del radicalismo no es otro sino el no-conocimiento y la ignorancia del otro; o sea, la completa ignorancia.

قال تعالى :»لكل جعلنا منكم شرعة ومنهاجا، ولو شاء الله لجعلكم أمة واحدة، ولكن ليبلوكم في ما آتاكم، فاستبقوا الخيرات»، صدق الله العظيم.

“Hemos instituido para cada uno de vosotros un sendero, una ley y un camino. Si Dios hubiese querido os hubiese reunido en una comunidad única, pero os ha dividido con el fin de probaros en lo que os ha dado. ¡Competid en las buenas obras!”.(Sagrado Alcorán).

Para hacer frente a los radicalismos, no hay que buscar una respuesta militar ni presupuestaria, pero sí aquella denominada: “Educación”.

Como Emir de los Creyentes, hoy quiero y deseo devolver a la religión el lugar que le corresponde en el seno de la educación.

Mi alegato a favor de la educación es una requisitoria contra la ignorancia, ya que ésta, junto con el desconocimiento y las concepciones binarias, constituye una amenaza que jamás puede ser atribuida a la religión.

Por otra parte, es imposible que me dirija a estos jóvenes sin llamar su atención para resguardarse de los fenómenos de radicalización y adopción de la violencia.

Los terroristas no tienen en común la religión, sino más bien la ignorancia de la religión. Ya es hora de que la religión deje de ser una coartada para la ignorancia y la intolerancia.

En efecto, la religión es la luz, es el saber y es la prudencia. Desde su esencia pacifista, la religión preconiza aprovechar la energía que se gasta en los armamentos y en las demás carreras ciegas, para emprender luchas más nobles.

Con este propósito, Hemos establecido la Fundación Mohammed VI para los Ulemas, y Hemos dado respuesta favorable a las peticiones de varios países africanos y europeos para acoger a sus jóvenes en el Instituto Mohammed VI para la formación de Imames, Murchidíes y Murchidat.

Vuestra Santidad,

Excelencias, Señoras y Señores,

En tanto que Emir de los Creyentes y en vuestra calidad de Santo Padre, compartimos la convicción de una espiritualidad activa que se pone al servicio del bien común, traduciendo la fe en acciones concretas.

La espiritualidad nos enseña a ayudar y a amar al prójimo, y no constituye un fin en sí misma.

Dios perdona «إن الله غفور رحيم » He aquí una realidad esencial. Puesto que Dios es Misericordioso, Hemos colocado la generosidad y la indulgencia en el centro de Nuestra acción; y puesto que Dios es Amor, Hemos intentado hacer de Nuestro reinado un testimonio de proximidad, especialmente para con los más pobres y más vulnerables.

En esto consiste justamente el espíritu de la Iniciativa Nacional para el Desarrollo Humano (INDH) que lanzamos hace 14 años, con el fin de mejorar la vida de las personas en situaciones de precariedad o fragilidad, integrando a los excluidos, dando un techo a los desamparados e infundiéndoles fe en un futuro digno.

He aquí también la filosofía de la política de migración y asilo que Hemos puesto en marcha, sobre todo con un ánimo solidario.  Se trata de una política que se halla en sintonía con el Pacto de Marraquech, adoptado por la comunidad internacional el pasado 10 de diciembre.

Vuestra Santidad,

Excelencias,

Señoras y Señores,

Nuestro encuentro viene a consagrar una convicción compartida consistente en que los valores de la religión monoteísta contribuyen a la racionalización, reconciliación y mejora del orden mundial.

En tanto que Emir de los Creyentes, me opongo, al igual que Vuestra Santidad, a todo género de indiferencia y saludo el coraje de los líderes que no flaquean ante las grandes cuestiones de nuestro tiempo.

En este sentido, seguimos con interés y consideración los esfuerzos desplegados por Vuestra Santidad al servicio de la paz mundial, así como vuestros continuos llamamientos a la educación, al diálogo, al cese de la violencia y a la lucha contra la pobreza, la corrupción, el cambio climático y otros males que gangrenan las sociedades.

En tanto que Emir de los Creyentes y Santo Padre, estamos llamados a ser idealistas y pragmáticos a la vez, y también realistas y ejemplares. Los mensajes que hemos de transmitir son tan actuales como eternos.

Por lo tanto, nos corresponde invitar a los pueblos a abrazar los valores de la moderación, a realizar los imperativos del co-conocimiento y a hacer suya la conciencia de la alteridad.

Con ello, alcanzamos, junto con Vuestra Santidad, «una palabra común entre Nos y Vos»;

Una palabra que no se reduce al estrecho sentido de un mero consenso de compromiso, sino más bien como una palabra que concebimos – y también vivimos – como un Mensaje común, de musulmanes, cristianos y judíos, dirigido a toda la humanidad.

Eso es lo que hoy nos reúne y lo que nos debe unir en el futuro.

Wassalamou alaikoum warahmatoullahi wabarakatouh»

 

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