Donald Trump podría estar a un ápice de un citatorio. La trama rusa, con la que se sospecha que el ahora mandatario estadounidense ganó las elecciones del 2016, ha subido hasta el cuello del inquilino de la Casa Blanca. Este jueves, decidió hacer una movida para contrarrestar la amenaza a declarar en el caso, habilitando en su equipo defensor a Emmet T. Flood, ni más ni menos que el abogado que defendió a Bill Clinton durante su impeachment, por el escándalo de Mónica Lewinsky.
La medida, más que una estrategia jurídica, expone el nerviosismo de Trump, ante los avances de las investigaciones realizadas por el fiscal especial Robert Mueller en la conspiración de Moscú en las elecciones presidenciales. Esta vez, Trump echó mano de un elemento que ayudó a los demócratas para tratar de protegerse de ser citado a comparecer ante el comité de justicia sobre la trama rusa.
Flood no sólo fue defensor de Clinton, también consejero legal del presidente George W. Bush y abogado del vicepresidente Dick Cheney. Es considerado como un experto en casos difíciles, sobre todo, de tendencias políticas.
La situación tiene lugar en momentos en que Mueller formuló hace un par de meses que podría citar a Trump si éste continuaba mostrando desacato y renuencia a recabar su testimonio. Cuando esto sucedió, el magnate despidió a su jefe de abogados John Dowd y lo sustituyó por Rudolf Giuliani, quien de inmediato se puso a trabajar para impedir que su jefe fuera llamado a comparecer ante la fiscalía especial.
«Algunos hablan de una toma de declaración de 12 horas, y eso no va a pasar; sería como mucho de dos o tres horas y en torno a un conjunto reducido de preguntas», dijo Giuliani en una entrevista al diario estadounidense The Hill.
Trump también tiene en la cuerda floja a Ty Cobb, otro de sus abogados que prácticamente ha manifestado que es imposible trabajar para el magnate debido a sus constantes cambios de decisiones, algo que también sucedió con Dowd y que motivó su retiro.
