En la Feria del pasado y el presente…

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– El tiempo no se detuvo para esperarnos, nosotros caminamos por el sinuoso camino de la vida hasta llegar a lo que somos hoy, una pareja sin igual… (A: VGVC)

Luis Miguel Cobo

Ayer estuve en la feria, una feria muy singular y fuera de todo lo cotidiano, quizá irreal, era la feria del cuerpo, del sexo y el erotismo…

Llegó la mujer por la que en cierto momento hace varios años daba la vida, estuve perdidamente enamorado, me gustaba y aún me gusta, pero ya no es lo mismo, nada es lo mismo, hasta la alegría terminó por sólo… ¿por qué terminó? Ni yo lo sé… Pero la feria continuaba mientras estaba con ella, tan cerca de su corazón como del mío, tan húmedos nuestros cuerpos como el agua de cualquier río en primavera en medio de un bosque hermoso que solamente se puede ver en fotografía…

Antes me decía amor, me encantas, me vuelves loca… Yo lo mismo y éramos los dos uno solo, cuando hablábamos, cuando comíamos y cuando reíamos, éramos uno solo…

El tiempo no se detuvo para esperarnos, nosotros caminamos por el sinuoso camino de la vida hasta llegar a lo que somos hoy, una pareja sin igual… Así porque ya no es lo mismo, sin igual porque cada uno tomó su camino y ya piensa diferente, con sus alegrías y tristezas cada uno, con su vida pues, la que maneja a su gusto y sin comentarla con el otro… sólo porque han pasado más de diez años y al parecer, como dice la canción, “el amor acaba…”, pero el sexo y la atracción no, así fue en esa feria a la que entré sin decir nada, sin opinar nada y sin nada que aportar, sólo estuve con ella y nada más, tratando de darlo todo, de acercarme más y estar plenamente con ella, en ella queriendo ser parte de su ser, como antes, ahí estábamos, sobre la cama, besándonos y acariciándonos todo, fajando de manera real y sin prisas, trataba de hacerla sentir como antes, como en aquella época dorada de nuestras vidas, pero ahora ella sentía sin decir nada, sonriendo al aire, a mí, a la nada, no parecía estar ahí, no sabía si era ella u otra mujer, cansada y sin decir nada, mirándome y mirando a la nada de quien seguramente estaba enamorada, trataba de abrazarme porque a veces sentía sus manos tocar mi espalda desnuda sólo para ella, la miraba de frente y sonreía colocando sus manos extendidas a los lados, y en la feria el que gozaba actuando era yo tratando de seducir aquella energía casi inerte que estaba debajo de mí, su cuerpo completo casi inmóvil respondía a mis caricias de vez en vez, la tocaba por todas partes delicada y tiernamente, apenas rozando su piel con las yemas de los dedos los deslizaba por su tersa y delicada piel de la espalda, de arriba abajo, se movía poco, sonreía y me miraba poco, aparecía en mi mente un trayecto de vida apenas vivido hacía unos años, esos años cuando reaccionaba de manera inaudita pero a la vez activa, brincaba y saltaba de la cama besando y tocando, agarrando las sábanas arrugándolas por la sensación desesperada que sentía en su mente y todo su cuerpo, demostraba sensibilidad y ganas porque continuara hasta llegar a su punto clave que la haría sentir y vivir unos segundos de realidad personal únicos en cada ser humano, más aún siendo mujer…

Y ahí estaba yo tratando de hacer que esa feria se llenara de alegría y sentimiento puro de placer y amor, ese amor que llegaba y se iba, desaparecía y regresaba en momentos, sólo cariño de pareja, cariño de dos seres que sólo viven una amistad llena de confianza y sexo nada más, ahí continuaba haciendo que ella sintiera lo que yo deseaba sentir en mí, me miraba y sonreía poco, muy poco y tan poco que me desconcertaba, pero llegó el momento que mi mano empezó desesperada y despiadadamente a trabajar haciendo lo suyo, su trabajo de hacía más de diez años, activa y ligera como siempre, engañosa y mañosa porque sabía de memoria los lugares, conocía el mapa de los caminos que no habían cambiado, ella era la misma mujer que me dejó una vez explorarla toda conociendo lugares y medidas absolutas al tacto, profundidades y protuberancias al por mayor, mi mano caminaba sola por aquellos lugares y ella empezaba a suspirar fuerte, a cerrar y abrir los ojos en señal de placer por los sentimientos, eran goces que principiaban en ella y la hacían en ese momento integrarse a la gran feria…

La miraba y sentía cierto calor que me gustaba, sin dejar de percibir su respiración y aliento, sus miradas sensuales de momento y movimientos que sólo ella hacía, proseguí en silencio atrayéndola hacia mí, tratando que me abrazara y me dijera lo que fuere, te amo, nene no… no pares… O por lo meneos, ¿sabes que me encanta verdad? Por eso lo haces… O cualquier otra cosa que se dice en esos momentos y nada, ella en silencio empezando a jadear y suspirar porque ya sentía lo que yo quería sentir que sintiera, tal vez fui un estúpido por no fijarme en mí y sólo fijarme en ella para que gozara y para que me gozara, pero no demostraba nada, sólo estaba ahí, tan desnuda como yo sintiendo algo…

Nuevamente en mi mente aparecían todas aquellas escenas de hacía varios años, cuando recién empezamos a sentirnos como esa noche, y se volvía loca, me enloquecía y a veces no sabía más de ella ni de mí, sólo actuaba por mero instinto, como un animal que la hacía viajar y que también yo viajaba, aunque animales ambos llegábamos a todo, al principio y al final de aquel camino que buscábamos para tan sólo encontrar el placer, la lujuria hermosa que la naturaleza nos regala por solamente ser humanos que razonamos y vivimos el momento glorioso que toda la raza humana busca siempre detrás del camino hacia su pareja y cuando la alcanza lo hace realidad, así fueron aquellos años, en esa noche era diferente, todo había cambiado, todo era diferente y la apatía se sentía, para ella era lo mismo quizá, para mí siempre era una historia nueva, un descubrimiento que tal vez me daría experiencia y ganas de seguir adelante para desearla más, para quererla y esperarla cada día solo… tan sólo para verla, admirarla y decirme que ella solamente era mía y yo de ella… Y eso parecía que terminaba lentamente, tan despacio como cuando un volcán deja de hacer erupción, así es la naturaleza, así somos los humanos, hacemos erupción cuando algo es nuevo y lo dejamos cuando nos acostumbramos a ello,  así estaba sucediendo entre nosotros, el volcán empezaba a mostrar su final en esa feria que vivía con ella o tal vez solo, muy solo y tan solo que yo estaba disfrutando del momento agradeciendo por tenerlo en esa noche perdida que encontré cuando tocó a mi puerta y entró a mi casa, luego a la habitación, era ella y luego yo, solos tratando de decir tantas cosas que sólo en silencio y actuando se dijeron pero no se comprendieron, cada uno se las dijo para sí mismo sin transmitirlas y sentirlas, cada uno vivió su momento por separado hasta que ella dijo, sólo vengo a visitarte y saber cómo estás, me agradó la pregunta y sólo mirándola respondí con los ojos sin hablar, me acerqué y la besé, me besó y la feria comenzó, los años habían pasado pero el deseo aún estaba presente, flotando entre ambos, en silencio y sintiendo las cosas que nadie sabe explicar con certeza…

Estábamos tendidos sobre esa hermosa cama, a punto de estallar el volcán y ella besando mis labios como siempre, me gustaba, decía cosas y no la entendía, estaba completamente excitada, sudábamos por el calor del cuerpo y la habitación, en primavera se suda más a cualquier hora y me gusta, le dije, sólo asintió con la cabeza, me abrazó y empezó a culminar la erupción, el pasado y el presente se unían y formaban el huracán por el que sentíamos estar vivos, ella sabía tratando de recordar mis lugares, las zonas que me hacían sentir, pero no lo hacía, se notaba, trabajaba como un loco excitado mirándola excitarse, tenía todo bajo control absoluto, era grandioso, me fascinaba verla así, tan delicada y fuerte a la vez, suspirando tratando de defender su integridad femenina ante la masculina, me gusta mucho… por fin habló algo en esos momentos, a mí también me gusta…

Respondí sin dejar de moverme, brazos, manos y piernas, tratando de sentirla toda,  de que me sintiera todo, lo hacía en silencio, continuaba, parecía no tener fin, el volcán apenas escupía el principio cuando el final se acercaba, ella empezaba a moverse y nuevamente los años del pasado regresaban, los vivía sin pensar en nada más que las acciones del pasado, el presente estaba ahí sin decir nada, el tiempo transcurría dejando de ser el presente que esperaba fuera nuevo y todo continuara igual, la feria ya era antigua y nada nuevo nos presentaba, el cansancio se presentaba bañado en sudor por la excitación, el cansancio natural de diez años era evidente, nada sorprendía y se actuaba sin más nada que el deseo del placer…

Por fin el volcán llegó al clímax, cielo, mar y tierra se juntaron en un segundo y la lava comenzó a ser expulsada de manera increíble para uno y sensible para otro… El abrazo de hacía diez años regresó fundiendo dos cuerpos que se conocían por demás y se sabían hermosos, llenos de un algo que jamás se pudieron decir pero que ahí estaban… El calor aumentó y al mismo tempo todo se extinguió, acabó de manera hermosa cuando el viaje terminó, la feria se apagó, la realidad regresó…

Respirando agitadamente viviendo un presente extraño y loco, el pasado se alejaba de la mente y el futuro se podía mirar incierto, al final nadie dijo nada y sólo se podía vivir el presente, el instante al sentir cada entrada y salida de aire por las narices, el palpitar acelerado de corazón, el que se mueve enloquecido cuando se ama, el corazón que pierde la razón cuando se inunda de amor y sentimientos puros de goce por la pareja, ese corazón que vive y muere por el ser amado y que en cierto momento deja de latir por el abandono del sentimiento asesino de mentes y cuerpos, de sentimientos y caminos que se hacen por el futuro incierto pero seguro a la vez que sólo el corazón puede formar y construir cuando ama, cuando goza y desperdicia tiempo y energía por tan sólo entregarlo todo…

Ahí estábamos tendidos con los ojos cerrados, en silencio, descansando y gozando, disfrutando y aún sintiendo lo que había sido cada instante durante aquella feria de la erupción del volcán que moría lentamente. ¿Qué te pasa? Me preguntó, la miré y le dije que nada, que todo estaba bien y me sentía bien… No es cierto, dijo seria, aún agitada, de verdad le dije, estoy bien, ¿tú cómo estás, te sientes bien? Sí, me dijo sin más comentario, un sí que era un no, un sí que tapaba la vergüenza que sentía por haber estado en silencio, por haberse portado como un ser inanimado en ocasiones y animado en otras, esa respuesta no me decía nada, a la vez todo y por eso ya no pregunte más… ¿Realmente te sientes bien? Me preguntó, que sí, ¿por qué preguntas…? Le respondí mirándola, no, por nada, es que… me contestó y no continuó, en silencio me miró, la miré y así nos quedamos acostados sobre la almohada por varios segundos que me parecieron una eternidad, ¿qué sucede mujer? No estás bien y lo sé, disculpa que te lo diga así, pero es lo que siento, no dejaba de mirarme, clavaba su mirada seria y directa, seca y sin luz, parecía un ser sin alma, sin corazón, sólo miraba y nada más, se acariciaba el pecho y me miraba, ¿no dices nada…? Le pregunté, por fin habló y solo dijo, sí, puedo decir muchas cosas… ahora la miraba sin despagar la vista de ella, pues a ver, dime algo, lo que sea… El silencio continuó, pude ver el reloj y ya eran más de las tres de la mañana, tenía una cita a las nueve y no sabía cómo haría para levantarme, pero tendría que hacerlo de cualquier forma…

De pronto se levantó de la cama y empezó a vestirse, lentamente tomaba cada prenda y se la colocaba, yo sólo me puse unos pants y luego la observaba esperando que dijera algo, lo que fuera y no salía nada.

Se vestía y me miraba, nuestras miradas chocaban, sonreía levemente, esperaba y desesperaba, sabía que tenía algo que le pesaba y no quería decirlo, no me importaba pero al mismo tiempo sí, una vez más le dije que si le pasaba algo porque me estaba preocupando, ella me miró terminando de abotonar la camisa y acomodándola debajo de los pantalones, sonrió y sólo me dijo sin expresión y sentimiento alguno revelando  un hartazgo sin igual que sólo ella podía tener, aún con la misma mirada seca y sin gracia alguna sólo dijo, sí amor, ya estoy harta y de todo cansada, ya no puedo más con nada…

FiN…

© – ® 2024 – México – Del libro “CRÍTICA DE LA RAZÓN INSENSIBLE” ® – México D.F. 2022 – Todos los derechos reservados. Luis Miguel Cobo / La Voz del Árabe / La Voz del Arte – NOTA MUY IMPORTANTE: Todas las historias contenidas en este libro son creación del autor, de su imaginación, por lo que cualquier semejanza con la realidad es responsabilidad única y directa de la imaginación del lector, que conste…

La Voz del Árabe / La Voz del Arte: Autorizan la reproducción de este cuento a condición de que cite la fuente y que no sea modificado en ninguna de sus partes, ortográfica y redacción, no podrá ser utilizado con fines comerciales. Favor de informar dónde y cuándo se publica a: lavozdelarabe.int@gmail.com.

Imagen: LVÁ -Lm

La Voz del Árabe (LVÁ) – Vamos a Leer – Cd. de México, noviembre 13 del 2024

 

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