El espejismo mediático del Sahara

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La realidad se mide con certezas, no con especulaciones. En el desierto todo es un espejismo y para algunos periodistas, la falta de enfoque, les brinda la sed de los hechos. Se puede entender porqué pueden escribir con la emoción y no con la razón. En un reportaje publicado por la Jornada el pasado 19 de febrero y titulado Saharuis, la distorción informativa no podría ser más evidente.

El documento presenta una cara deforme de una crisis que por décadas ha existido como una forma de recabar fondos para una causa fingida, para un ideal falso con la imagen de Argelia. Es obvio que la información puede trabajar en varias vías, muchas de ellas para ocultar verdades y exhibir falsedades.

Es increíble el juego mediático que se puede observar en algunos medios de comunicación que se escudan como reveladores de la verdad, cuando en realidad la esconden con sofismas y artificios gramaticales.

La cuestión del Sahara sólo tiene un simple lado: el que le da la verdad histórica. La posición marroquí es, sin duda, la que tiene certeza, pero la manipulación argelina ha buscado cambiarla para apropiarse de un territorio que no le pertenece. El frente polisario y sus aliados argelinos sólo han creado una situación para vivir de ella con comodidad, con la comodidad del engaño, incitando a la conmiseración de la comunidad internacional, mediante una seudo solidaridad que termina en los bolsillos de sus dirigentes.

La crisis del Sahara requiere ser tratada bajo la única posibilidad real, la de Marruecos, que es también la defendida por Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Cabe destacar que la intención del ahora expresidente norteamericano, Donald Trump, ha sido resolver un conflicto que se ha extendido por décadas, tal y como hizo con Israel al permitirle abrir su embajada en Jerusalén. Los hechos hablan más que las ilusiones ideológicas.

La necesidad de crear puentes de comunicación que ayuden a fortalecer la cooperación entre África y América Latina, es la posibilidad más idónea en un mundo donde las enfermedades y la pobreza causan problemas regionales, donde la falta de infraestructura económica deja a la población sin oportunidades básicas de desarrollo; un plan que por cierto se ha fundamentado en el marco de la política de apertura preconizada por SM el Rey Mohammed VI, así como del interés que el Soberano concede a la cooperación Sur-Sur.

Imágenes de niños en escuelas improvisadas, se entrelazan con aquellas que encontró recientemente Stefan de Mistura cuando visitó los campamentos de Tinduf: un niño uniformado custodiaba su recorrido. Los gobiernos ideologizados no saben ver otra cosa que la formación de una población en la sumisión, en la creación de cinturones de miseria para atraer la conmiseración de la comunidad internacional con fondos que nunca llegan a la población refugiada, sino a la compra de armamento y al financiamiento de la comodidad de la dirigencia polisaria.

Mientras prevalezca la visión ideologizada, ya caduca por el cansancio que provoca en sus pobladores y en la misma comunidad internacional, hastiada de financiar proyectos seudopolíticos y seudo humanitarios, que se han convertido en un estilo de vida para las dirigencias egoístas, las soluciones a los conflictos regionales sólo se extenderán en el tiempo. Tal vez sea eso lo que buscan esos grupos, una permanencia mediática basada en una humildad falsa y retrógrada.

 

 

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