El presidente de Estados Unidos, Donald Trump arremetió con una nueva andanada de aranceles contra China, país al que identifica como el principal problema de la economía estadounidense. El magnate inmobiliario ordenó aplicar un 10% de impuestos a más de 6 mil productos chino que rondan unos 200 mil millones de dólares, en respuesta a la misma medida aplicada por Pekín la semana pasada cuando impuso aranceles por 34 mil millones de dólares. Ambos países ya cruzaron la línea de la guerra económica, una categoría que se anticipa como la primera fase del enfrentamiento de los dos titanes comerciales.
Trump ha dejado en claro que continuará por esta senda de elevar tarifas hasta lograr lo que considera un recuperación del déficit que China le ha causado a la economía norteamericana, bajo administraciones corporativistas que se lo permitieron como la de Obama.
China calificó las nuevas medidas de la Casa Blanca como «totalmente inaceptable» y amenazó con cerrar el círculo con nuevas contramedidas comerciales. Simplemente, el gigante oriental estudia aplicar una veda a las empresas gringas para impedir el acceso al mercado más grande del mundo, restringir el turismo chino a la Unión Americana y de una vez por todas, iniciar una campaña dirigida especialmente a evitar la compra y consumo de bienes estadounidenses. ¡Los dos enemigos ya tomaron posición en el terreno!
En esta ocasión, la lista de Trump incluye una lista más amplia de productos, desde del carbón al tabaco, llantas, refacciones automotrices y se amplió a productos químicos. También tiene en la mira afectar bienes que habían sido acordado entre ambos países y que forman parte del plan de política industrial bilateral para 2015, que representa un gran detonador comercial para la economía china.
Sólo para que lo sepan: el intercambio de productos entre ambos países alcanzó la cifra de 600.000 millones de dólares en 2016 (con 115.600 exportados hacia China y 347.000 hacia EE UU).
