La liberación coreana y el destino de una mujer

El 15 de agosto de 1945 es el día histórico en que el pueblo coreano se liberó del dominio militar del imperialismo japonés (1905-1945). La liberación nacional trajo un cambio radical en la forja del destino de muchas personas, entre ellas figura Kim Tuk Ran quien trabajó largo tiempo como diputada a la Asamblea Popular Suprema (parlamento) desde su primera legislatura.

El 15 de agosto de 1945 es el día histórico en que el pueblo coreano se liberó del dominio militar del imperialismo japonés (1905-1945). La liberación nacional trajo un cambio radical en la forja del destino de muchas personas, entre ellas figura Kim Tuk Ran quien trabajó largo tiempo como diputada a la Asamblea Popular Suprema (parlamento) desde su primera legislatura.

Kim Tuk Ran, vicepresidente del CC de la Unión de Trabajadores Agrícolas de Corea

Antes de la liberación, las coreanas aceptaban como algo fatal la privación de derechos y el sufrimiento debidos a las trabas feudales y la opresión del imperialismo japonés.  Incluso, 200 mil muchachas coreanas se vieron obligadas a servicios sexuales para soldados del ejército japonés. Para ellas el estudio en escuela fue cosa inimaginable ni en sueños. La “personalidad” y “dignidad” eran palabras que no tenían nada que ver con ellas.

Kim Tuk Ran nació como la octava hija en una familia campesina muy pobre. Una vez su madre la dejó en el monte trasero, pues pensó que sufrir toda la vida como ella misma era peor que la muerte. Pero, el destino de Kim Tuk Ran que vivía sometida a todo tipo de maltrato y desprecio como su madre, acogió un cambio drástico  junto con la liberación de la patria.

El Presidente Kim Il Sung (1912-1994), quien logró la histórica causa de liberación nacional al cabo de la lucha armada antijaponesa de 15 años, hizo promulgar la Ley de la Igualdad de los Derechos del Hombre y la Mujer que abrió un camino de nueva vida a las coreanas como Kim Tuk Ran. Para responder a la solicitud del país, ella se puso a la cabeza de la construcción de nueva Corea democrática y  fue electa presidenta de la Unión de Mujeres del cantón, miembro del comité popular del distrito y diputada a la Asamblea Popular Suprema.

Luego, ocupó los importantes cargos como presidenta del comité popular del distrito e hizo gran contribución a la prosperidad y el desarrollo del país.

Fue un año cuando ella permanecía en la Unión Soviética en el camino de regreso a la patria luego de haber participado en una reunión del Consejo de la Federación Internacional de Mujeres efectuado en Hungría. El Presidente Kim Il Sung quien estaba de visita en ese país llamó a Kim Tuk Ran y otros miembros de la delegación de la Unión de Mujeres. En aquella ocasión el Presidente les dijo que esa residencia era el palacio real de Yecaterina e indicando una silla le señaló a Kim Tuk Ran que se sentara una vez en ella. Y les afirmó que la reina no era un ente extraordinario añadiendo que una vez sentada allí, ella también se parecía a una reina.

Esta no es una historia particular de Kim Tuk Ran. Con la liberación nacional las masas trabajadoras como mujeres maltratadas, campesinos arrendatarios y obreros se hicieron dueñas del país y muchos de ellos se formaron como funcionarios de la patria. Ellas eran la piedra angular de la República Popular Democrática de Corea que brilla como Estado poderoso.

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