
Compañeros:
Les invito a una reflexión sobre la razón por la que estamos reunidos frente a esta
casa en vísperas del aniversario 80 de la fundación del Partido.
Hoy hemos dado un paso muy significativo visitando esta casa histórica que
escenificó el acontecimiento de la constitución del Partido.
Una emoción muy profunda nos embarga al evocar la fresca memoria de aquel día
de hace ochenta años aquí delante de la casa natal de nuestro Partido que con el paso del
tiempo preserva su aspecto original guardando con celo la gran historia de la fundación.
En esta menuda y sencilla casa comenzó la historia de invencibilidad del Partido del
Trabajo de Corea que engrandeció y transformó el destino de nuestra Patria y pueblo. En
este lugar modesto se instaló la Comandancia Suprema de la revolución coreana que
orientó la solemne partida hacia un poderoso Estado socialista. Pensando en todo esto,
siento una emoción inenarrable.
Este es un sentimiento sincero y ardiente que podemos tener solamente las nuevas
generaciones que hemos grabado huellas realmente dignificantes para el hoy y el mañana
de la patria luchando valerosamente en apoyo a la idea de la generación fundadora del
Partido y atesorando el noble espíritu que encarna el nacimiento del partido
revolucionario y las primeras páginas de su gran historia.
En esta significativa ocasión, reflejando el unánime sentir de nuestros miembros del
Partido y pueblo, quisiera rendir mi más sincero tributo al gran Líder, camarada Kim Il Sung,
quien allanó un camino original de la construcción de un partido revolucionario en su
ensangrentada lucha por la liberación de la patria, culminó la histórica causa de la
fundación del Partido y consolidó el cimiento de su existencia eterna y desarrollo
ininterrumpido, así como a los mártires revolucionarios antijaponeses.
De igual forma, valoro altamente los méritos de los miembros del órgano de
dirección del Comité Central del Partido aquí presentes, de los demás directivos del
Partido y Estado y de las organizaciones y funcionarios de todo el Partido quienes se
consagran de lleno al cumplimiento de sus importantes y honrosas responsabilidades,
conferidas a ellos por el Partido y la revolución. También extiendo mis saludos más
sinceros y estímulos fervorosos, en ocasión de los ochenta años que cumple el Partido, a
todos los militantes que han impulsado vigorosamente la causa revolucionaria como
integrantes del Partido del Trabajo de Corea y con la noble conciencia y papel de
vanguardia.
Mis saludos de agradecimiento a los funcionarios y empleados de este museo y
otros trabajadores del sector relacionado con la historia revolucionaria, quienes se
entregan por entero a transmitir generación tras generación la historia de nuestro Partido.
Compañeros:
No todos podemos abrir con la frente alta la primera página de la sagrada historia de
la fundación del Partido y seguir los rastros de la búsqueda de la gran idea, el bregar
penoso y la lucha heroica que perviven y respiran en esa trayectoria.
Es un gran honor que corresponde solamente a los revolucionarios que pueden
revisar con su inalterable continuidad los ochenta años de un trayecto glorioso que
iniciaron el siglo pasado y la receta de la victoria.
Con nada podemos describir este orgullo de haber sentado aquí el cimiento del
socialismo pese a múltiples retos y adversidades, haber bregado con un brío sin igual y
haber construido una potencia que nadie pueda agredir, y de haber batallado
inflexiblemente en estas ocho décadas, preservando la gloria de este socialismo que
jamás debe enterrarse bajo los musgos de la historia.
Entonces, ¿qué es lo que ha hecho tan fuerte a nuestro Partido? ¿Qué es lo que lo ha
honrado con victorias consecutivas que no conocen un solo revés? Este pensamiento nos
invita a volver a contemplar con respeto esta casa de bajo techo y desandar sus grandes
décadas.
En estos singulares momentos festivos en que celebramos el aniversario del Partido,
acontecimiento trascendental próximo a un nuevo desarrollo y prosperidad, hacemos un
recuento de los años de su constitución y continuación. Esto servirá de una nueva
conciencia y un nuevo despertar del deber revolucionario de nuestra generación de llevar
a feliz término la obra socialista emprendida y desarrollada por los mártires.
Compañeros:
La historia de ochenta años de nuestro Partido es tan grandiosa por el carácter
original de su fundación y, más que esto, porque esculpió en su bandera el ideal socialista
de la verificación de la independencia de las masas populares y lo ha mantenido
invariablemente.
El socialismo, que la generación fundadora eligió cuando daba sus primeros pasos
en la patria liberada, fue el socialismo coreano apropiado a nuestra realidad. El método
de su construcción consistía, al pie de la letra, en confiar en el pueblo y apoyarse en su
fuerza, es decir, decidir su existencia por su propia cuenta.
Desde que se fundó, nuestro Partido talló el socialismo en su idea rectora y ha
desbrozado un camino original de la construcción socialista, siempre leal a su ideal ante
las más duras tempestades de la historia.
La idea y la teoría socialistas del Juche, cuya cientificidad y vitalidad se han puesto
de manifiesto a lo largo de la revolución y construcción socialistas de nuestro país, han
demostrado el poder especial de aunar el socialismo y el pueblo y ha encauzado la
historia de nuestro partido gobernante como la de avance y victoria que logra con el
pueblo.
Nuestro Partido ha registrado el record de la antigüedad en el poder en la historia
del movimiento socialista, lo cual se debe fundamentalmente a la eterna vitalidad de la
idea socialista centrada en las masas populares y su continuidad cabal y perfecta.
Su ideología rectora es la socialista enriquecida, desarrollada y completada en sus
ocho décadas de lucha por los cambios que ha engendrado y por las victorias que nuestro
pueblo y ejército han conquistado a costa de la sangre.
Hemos confirmado que caminando con el pueblo llegamos a la victoria socialista y
he aquí el cenit y el verdadero peso de la historia de 80 años de nuestro Partido.
Compañeros:
Otro factor importante de las victorias legendarias y acontecimientos milagrosos
protagonizados por nuestro Partido en sus ocho décadas y de su conducción de la causa
socialista por el camino más correcto, radica en que ha antepuesto a carta cabal a la
revolución y su construcción la edificación de un autóctono partido en el poder que
considera al pueblo como la raíz de su vida y que le sirve con total entrega.
La historia de nuestra revolución y construcción socialistas responde claramente a
las preguntas de cómo el Partido, el pueblo y el socialismo se han fusionado con un
mismo destino, cómo el Partido se ha investido de una dignidad y fama que lo acreditan
como orientador de todas las victorias y cómo un pueblo ordinario y sencillo se
engrandece con un carácter y temperamento de hierro.
Solo cuando un partido que lucha por el pueblo se consolida sin cesar en lo político,
organizativo e ideológico y cultiva el ambiente y estilo de dirección de carácter popular
puede formar un solo organismo con el pueblo, movilizar y poner de pleno manifiesto su
inagotable inteligencia y fuerza, así como conducir la causa socialista a la victoria
definitiva.
Las características principales de la construcción de nuestro Partido son haber
presentado la ideología revolucionaria humanocéntrica como idea e ideal orientadores,
constituido el más compacto cuerpo ideológicamente puro, organizativamente íntegro y
de acción coordinada, actuado siempre entre las masas populares y desarrollado como
Estado Mayor político que se funde con el pueblo.
Al subordinarlo todo a asegurar firmemente el carácter único de la idea y dirección
en el seno del Partido y aplicar estrictamente los rasgos populares de dirección en sus
labores y actividades, nuestro Partido ha podido crecer como la fuerza política más
poderosa y prestigiosa en la historia de la construcción del partido revolucionario y
lograr magníficamente la causa histórica de formar al pueblo como sujeto independiente
del socialismo.
Nuestro Partido formuló como su ideal y modo políticos la prioridad de las masas
populares e hizo del servicio total al pueblo su estilo inconmovible. Sobre todo, a medida
que prolonga su historia en el poder, se profundiza la construcción socialista y se suceden
las generaciones, ha puesto en el primer pleno la implantación de su disciplina y estilo,
superando así el relajamiento de la disciplina y orden, el abuso de la autoridad, el
burocratismo y la malversación que han podido contagiar su interior.
Si remontamos a la historia, en la posguerra se fortaleció como organización
orientadora y política más combativa mediante la lucha por establecer el Juche en la
ideología y el proceso de su purificación que llevó a cabo en varias ocasiones como la
pugna contra el sectarismo. En cada una de esas actividades, el pueblo confió en él y lo
sostuvo plenamente e imprimió auges sin precedentes en la construcción socialista
uniéndose más compactamente en su torno.
Una de sus proezas excepcionales para la historia de los partidos políticos es haber
configurado un nuevo aspecto del genuino Partido que todos aman y defienden como si
fuera su propia vida y al que confían su destino.
Los cinco puntos de la línea de construcción del Partido en la nueva época
constituyen la carta permanente de la construcción partidista que le permite potenciar por
todos los medios su combatividad y liderazgo, investido de un gran prestigio como
orientador del pueblo y Estado Mayor político de la causa socialista.
En su afán de trocar adversidades y pruebas en victorias y prodigios, se ha
preparado el linaje ideológico más puro y poderoso y su típica tradición revolucionaria
que no pueden ser removidos, reformados ni desteñidos.
La historia de 80 años del PTC que ha conducido al Estado y pueblo por el camino
del socialismo nos ha enseñado la verdad de la eterna victoria y la valiosa y perdurable
riqueza espiritual, consistentes en que el partido, el socialismo y el pueblo comparten el
mismo destino en una sola comunidad y que el partido que se apoya en el pueblo, le sirve
y lo toma como su propia vida, triunfa infaliblemente por su apoyo incondicional.
Al igual que esta gran verdad, el liderazgo audaz y el modo de lucha del PTC, que
encumbra la dignidad y prestigio de nuestro Estado y pueblo y abre una inaudita era
innovadora por el desarrollo integral del socialismo, iluminan la ruta victoriosa y gloriosa
por la que sigue nuestra generación y que seguirán las futuras generaciones.
Compañeros:
A raíz del VIII período de su Comité Central, el Partido entró en una nueva órbita
llamada desarrollo integral del socialismo.
Desde la perspectiva de nuestro ideal y metas, debemos lograr cambios con mayor
velocidad que ahora y renovar dentro de una década todas las esferas, sectores y regiones
con mayor audacia, empeño y consagración.
La fuerza más grande y la superioridad y reserva más evidentes que tenemos en esta
lucha son precisamente la extraordinaria conciencia política y el empeño audaz de todo el
pueblo, que se ha unido y levantado con el patriotismo.
La velocidad y calidad del desarrollo integral del Estado se determinan por el
patriotismo y fidelidad de los ciudadanos que se esfuerzan por batir el récord de su
trabajo vinculando su destino con el de la patria y asumiendo voluntariamente la
responsabilidad del presente y el futuro del Estado.
Nuestro Estado fue, es y será de todo el pueblo, su constructor.
En adelante, debemos desarrollar y resolver todos los asuntos teóricos y prácticos
que se presentan en las labores del Partido y el Estado, tomando como principio y norma
supremos la preparación de nuestro pueblo como gran fuerza motriz de la época actual.
Para impulsar victoriosamente la causa del desarrollo integral del socialismo
conduciendo a toda la población, es primordial mejorar la fisonomía del Partido y su
capacidad organizativa y combativa desplegando con intensidad y en una nueva etapa
elevada la lucha por implementar la los cinco puntos de la línea de construcción del
Partido en la nueva época.
Debemos elevar por todos los medios la combatividad y el liderazgo del Partido
intensificando constantemente la construcción política, de manera que la pasión patriótica
y sabiduría de todo el pueblo y el poderío y potencialidad de todos los sectores se
orienten al desarrollo integral del socialismo bajo la única dirección del Comité Central
del Partido.
Hemos de convertir el PTC en una agrupación de acero con fuerte cimiento ideoorganizativo al presentar la simplificación de las filas de cuadros y la conversión en élite
de las filas del Partido como tarea importantísima y clave para defender el linaje del
Partido, así como conceder máxima seriedad y perfección a este trabajo.
Es importante renovar los métodos del trabajo partidista acorde al ambiente de la
época de cambio y desarrollo y al nivel de conciencia de las personas, de manera que las
labores partidistas sean las originales y activas capaces de dominar y conducir la opinión
pública.
Hace falta completar y refinar la capacidad orientadora, la combatividad y el arte de
mando del Partido.
Un partido revolucionario es veterano no por su antigüedad, sino por seguir
potenciando su capacidad de mando y combate percibiendo siempre el peso de su misión
orientadora como Estado Mayor político de la causa socialista.
Es necesario formular sistemáticamente y aprovechar el arte y la receta de mando, el
estilo de trabajo y vida partidistas que ha mostrado nuestro Partido durante 80 años de su
mandato, así como crear e implementar activamente los ejemplares modelos y estilos de
guía del Partido de la nueva época a fin de absolutizar su gobernación.
Hace falta seguir consolidando el riguroso orden y el ambiente sano de disciplina en
el interior del Partido anteponiendo el proceso para detectar y eliminar a tiempo todos los
elementos y comportamientos que manchan la autoridad del Partido como orientador.
Como enfaticé en varias ocasiones, los cuadros asumen una gran e importante
responsabilidad en la tarea de acoger un era de desarrollo integral que bien puede
denominarse segunda era de la construcción del Estado.
Hoy día, nos hacen falta el espíritu, la valentía y la confianza de la generación
fundadora del Partido y de la nueva Corea.
Los directivos del Partido y Estado deben encarnar el ideal y espíritu de la
generación fundadora del Partido, conocer correctamente la demanda de la época y la
realidad y la esencia de las políticas partidistas y mantener íntegro el temperamento de
los comunistas que asumen audazmente su responsabilidad vinculando directamente
todos los problemas con el futuro del Partido y el Estado.
Todo depende de los cuadros.
Responsabilizarse totalmente del trabajo de su sector y unidad debe ser el carácter
político y regla inconmovible de nuestros cuadros.
Sólo un funcionario capaz de infundir a las masas la fe en las políticas partidistas
desde el primer paso de su materialización, no de palabras sino con el proyecto y
operación certeros, y movilizar al máximo su fuerza e inteligencia combinado de manera
orgánica la dirección partidista con la económico-técnica y lograr por medio del balance
y evaluación imparciales que sientan la dignidad y el orgullo del vivir y redoblen los
esfuerzos y de principios, tiene la aptitud de conducirlas y puede transformarlas en
verdaderos dueños de su puesto de trabajo.
Los cuadros deberán cambiar primero su concepto de masas, rasgos morales y
estilos de trabajo, antes que su modo de pensar y capacidad.
Nuestro Partido acelerará el avance de la revolución arrasando los vicios de toda
índole como la arbitrariedad, privilegio y abuso de poder que desagradan al pueblo y
perjudican el socialismo, así como la ignorancia, la incapacidad, la irresponsabilidad, el
pancismo, el formalismo y el oportunismo que se manifiestan entre los funcionarios.
Los únicos capaces de guiar la época actual son los cuadros destacados que sepan
defender la revolución compartiendo el mismo destino que ella y conduzcan
acertadamente el trabajo tal como han planeado, los hombres dotados de la capacidad de
despliegue, heroicos y tan fuertes como para superar cualquier dificultad.
Han de manifestar plenamente el fervor revolucionario, armados hasta los dientes
del espíritu y valor de la generación fundadora del Partido que desbrozó el camino
ensangrentado para construir un nuevo mundo comunista enarbolando la bandera roja
con las manos vacías, cuando afrontaban dificultades y debían armarse de un gran valor.
No detendremos la lucha hasta que logremos la victoria completa del socialismo,
realicemos a la perfección el ideal de nuestro pueblo y conquistemos la meta final de
nuestra revolución, y avanzaremos por el camino de la revolución continua.
Estamos luchando por una causa más laudable sacrificándolo todo por ella.
Luchemos con mayor tenacidad por la gran prosperidad de nuestro Estado, poniendo
de pleno manifiesto el fervor revolucionario y la valentía en el avance hacia mayores
victorias, y descubriendo el orgullo de hacer la revolución en las dificultades que
superamos, sin temer lo arduas que son.
Compañeros:
Es un hecho realmente orgulloso que podamos remontar los dos siglos del Partido
en esta casa histórica de su fundación y tomar en ella la decisión de continuar su
grandioso itinerario.
Tal como evocamos aquí, llenos de orgullo, nuestro recorrido, tendremos otros días
en que podamos rememorar, también en este lugar y con la frente bien alta, el arduo
camino que tenemos por delante.
Esta casa histórica se perpetuará como palacio sagrado que da continuidad al linaje
del Partido del Trabajo de Corea y su tradición invencible.
¡Viva el Partido del Trabajo de Corea!