Discurso de Kim Jong Un en el acto festivo por el 80 aniversario de la fundación del PTC

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Delegados del acto festivo por el aniversario 80 de la fundación del Partido,
Queridos ciudadanos de Pyongyang y compatriotas radicados en el extranjero,
Entrañables amigos de varios países que comparten con nosotros esta fiesta,
Compañeros:

Hace poco celebramos el aniversario 80 de la fundación de nuestro Partido y hoy
evocamos una vez más esos sagrados años engalanando como un acto solemne esta fiesta
histórica. Con ello, nuestra generación rinde el más sublime y sincero homenaje a la gran
generación fundadora del Partido que operó un cambio trascendental para el destino del
país y el pueblo.

Los últimos ochenta años de la historia coreana contemporánea conducida por
nuestro Partido se caracterizan por levantar en este territorio un prestigioso y poderoso
Estado socialista, fiel al sueño e ideal del pueblo, por medio de la genuina continuidad y
elevación del ideal y espíritu del periodo inicial de la fundación del partido y crear
década tras década los grandes milagros y transformaciones que asombran al mundo.

En este momento de gran significación, quisiera expresar ante todo mi cordial
agradecimiento a los delegados a la fiesta que han acudido a esta cita gloriosa con los
frutos enorgullecedores de su extraordinario entusiasmo patriótico y lucha laboral.
También congratulo y estimulo de todo corazón a todos los miembros del Partido,
habitantes, oficiales y soldados de nuestro ejército quienes en todas las latitudes del país
formulan sus mejores votos de éxito para este evento.

De igual forma, felicito calurosamente a los delegados de organizaciones en el
extranjero que se encuentran de visita en la patria, entre ellas las delegaciones de
felicitación de la Asociación General de Coreanos Residentes en Japón, la Asociación
General de Coreanos Residentes en China y la Confederación Social Internacional de
Coreanos y, por su conducto, saludo cordialmente a todos los compatriotas radicados en
el extranjero.

En el acto festivo de hoy han participado también los jefes y personalidades de
partido y gobierno de varios países y delegados de organizaciones democráticas
internacionales que han visitado a Pyongyang en apoyo a nuestro Partido y con cálidos
sentimientos fraternales hacia el pueblo coreano.

Les doy bienvenida a los preciados amigos que comparten con nosotros los
sentimientos de hermandad celebrando juntos la significativa fiesta de nuestro Partido.
Compañeros y amigos:

El octogésimo aniversario del Partido del Trabajo de Corea reluce por los perpetuos
méritos que este ha realizado en ese prolongado periodo para la patria, el pueblo, la época
y la historia. La constitución de nuestro Partido fue un acontecimiento político que anunció,
además del nacimiento de una organización política en un país, la aparición en la historia
de un nuevo partido revolucionario que ratificaría la justeza del socialismo y demostraría
su típica superioridad y poderío.

Desde el periodo de la construcción del Estado democrático, que coincidió con la
fundación del Partido y el inicio de su dirección sobre el conjunto de las actividades
estatales y sociales, hasta la fecha, el Partido del Trabajo de Corea ha sido fiel a su
responsabilidad y papel de locomotora de la revolución y orientador de la ejecución de la
política estatal y en este proceso ha logrado hazañas de gran relevancia histórica.

Al conducir a la victoria las transformaciones sociales de varias etapas enarbolando
la bandera de la idea Juche, nuestro Partido ha concretizado un genuino país del pueblo
investido de absoluto prestigio y poderío y una potencia que encarna de forma integral la
idea y el ideal socialistas, así como ha hecho aportes sustanciales a la causa internacional
para verificar la independencia y la justicia.

Fueron ocho decenios harto complejos y arduos, pero también dignificantes y
gloriosos.

En ese transcurso hubo una guerra encarnizada para rechazar la invasión armada de
la alianza imperialista y salvaguardar el suelo y la dignidad de la patria, una restauración
para volver a edificar el país sobre las cenizas y recomenzar la vida y también unas
revoluciones sociales que llevaron aparejadas la encarnizada lucha de clases y la
eliminación del sectarismo en el seno del Partido.

Una vez instaurado el sistema socialista, a partir de las consideraciones geopolíticas
de la avanzada en el enfrentamiento del progreso a la reacción y del socialismo al
imperialismo, nosotros, cada vez más fieles a la misión de defendernos, tuvimos que
impulsar enérgicamente la causa de la salvaguardia autodefensiva, afrontar con iniciativa
y en forma de ofensiva el aislamiento y el estrangulamiento económicos que persistían
siglo tras siglo y a la vez impulsar la colosal obra de la construcción socialista.

En particular, en medio de la conmoción política planetaria de la década de 1990
nos vimos obligados a preservar nuestra ideología y régimen y en la actual centuria
construir paralelamente la economía y las fuerzas armadas nucleares frente a la creciente
amenaza norteamericana de la guerra nuclear y dar un nuevo salto en la construcción
socialista.

A lo largo de la historia y en la realidad, el mundo no conoce a ningún otro país
forzado a simultanear el cumplimiento de las difíciles e ingentes tareas de la defensa y la
construcción pese a la permanente y persistente presión, intervención y amenaza de
agresión de las fuerzas externas.

De hecho, bajo esas circunstancias en que el solo hecho de sostener el poder y
defender el sistema era de por sí un milagro, nuestro Partido asumió gustoso todas las
tareas del tiempo y escribió una historia de cambios seculares allanando un camino que
nadie había transitado.

Nuestro Partido ha avanzado ininterrumpidamente por la órbita invariable del
socialismo superando, en cada periodo y etapa, los múltiples desafíos con líneas y
estrategias científicas y en ese trayecto ha venido realizando exitosamente la causa
histórica de construir un Estado soberano y poderoso.

Los acontecimientos significativos que ha registrado en sus anales y los cambios
asombrosos con que acortó el tiempo exhiben el carácter científico y la vitalidad de la
idea revolucionaria y líneas del Partido del Trabajo de Corea y muestran fehacientemente
que con ellos se ha logrado un desarrollo tremendo y vertiginoso no solo en la política, la
defensa nacional, la economía y la cultura sino también en las relaciones exteriores.

Por esas proezas inmortales el Partido del Trabajo de Corea se ha adjudicado las
respetables denominaciones de Partido revolucionario, probado y experimentado,
invencible Partido de acero y Partido que sirve verdaderamente al pueblo. Todas estas proezas y nombres son inimaginables al margen de los éxitos preciosos que ha cosechado en su construcción.

Nuestro Partido presentó, como cuestión fundamental para el avance victorioso de la
causa revolucionaria, la identificación ideológica y unidad organizativa de él y de la
revolución y concedió la fuerza primordial a su implementación. Esto fue el factor
fundamental de su elevada capacidad de mando y de la garantía de su mando
concienzudo y consecuente.

Después de fundado el Partido, asegurar con firmeza la unicidad de ideología y dirección en su seno se presentó como un asunto apremiante de suma importancia para mantener su naturaleza revolucionaria y conducir a la victoria la ambiciosa revolución social y el conjunto de la construcción estatal.

No solo en el periodo inicial de la construcción del país sino también en la guerra y
posguerra, nuestro Partido concedió prioridad a implantar el Juche en la ideología, armar a toda la militancia y el pueblo con su ideología rectora y líneas revolucionarias y fortalecer las organizaciones de base. Convirtió sus filas en el destacamento élite, potenció la combatividad y actividad de sus organizaciones a todas las instancias y combatió duramente la tendencia sectaria, por muy mínima que fuera.

Cada vez que se presentaban tareas importantes y se creaban dificultades en la
revolución y construcción, nuestro Partido, incólume ante ninguna tempestad política,
mantuvo la pureza ideológica y la integridad organizativa fomentando la consolidación
organizativo-ideológica y generó virajes y auges radicales en la construcción socialista
por medio de su gran combatividad y probada dirección.

Su papel de remolcador de la revolución se viabiliza por su dirección real y concreta.
Nuestro Partido estudió activamente y llevó a la práctica la metodología y rasgos de
trabajo de movilizar al máximo el fervor revolucionario y la creatividad del pueblo
mientras resolvía los problemas y superaba las dificultades que encaraba en el proceso
revolucionario y constructivo.

Numerosos métodos de dirección revolucionarios y estilos de trabajo populares
creados por él aglutinaron a las masas bajo una sola bandera, enardecieron el fervor
revolucionario y patriótico y posibilitaron superar todas las dificultades con la fuerza del
colectivismo de ayudarse y conducirse unos a otros y el heroísmo masivo, y obrar
innovaciones sucesivas y milagros asombrosos.

A medida que continuaba su mandato y se sucedían las generaciones, nuestro
Partido se mantuvo siempre alerta y vigilante ante el posible surgimiento de distintas
manifestaciones entre los funcionarios como el brote del autoritarismo y la separación del
Partido de las masas y trató de que en todo su seno predominara el espíritu de servicio
incondicional al pueblo. Esto incidió decisivamente en que el pueblo confiara en él
invariablemente y que confiara su destino al Estado socialista.

La lucha que nuestro Partido libró sosteniendo la bandera de la independencia y
socialismo en desafío a disímiles dificultades y pruebas hizo un aporte excepcional a la
causa común de la humanidad por la justicia y la paz.

El ejemplo que dio nuestro Partido con su plena confianza en la justeza de la causa
socialista y la inevitabilidad de su victoria y su comprobación irrefutable, tanto en lo
teórico como en lo práctico, de la veracidad científica de su ideal, frenó en gran medida
las maquinaciones antisocialistas y contribuyó de forma destacada a la solidaridad y
alianza de las fuerzas progresistas del mundo.

Hoy la intransigencia de nuestro Partido y Gobierno en la observancia del principio
y su valerosa y contundente reacción a la brutal presión política y militar de los países
enemigos acrecientan a ojos vistas el bloque progresista que se opone a la guerra y
hegemonía. Con el decursar del tiempo nuestra República eleva su posición en la palestra
internacional como integrante fiel de las fuerzas socialistas y bastión inexpugnable de la
independencia y justicia.

Compañeros y amigos,

La causa de un partido victorioso tiene una clave que le sirve de fundamento.
En resumidas cuentas, el Partido lo ha compartido todo con el gran pueblo.
La historia para el pueblo, la historia en que se ha apoyado en la fuerza del pueblo,
he aquí la clave de todas las victorias y glorias de nuestro Partido.
Esa historia es la mejor portavoz de las ocho décadas de nuestro Partido. La clave de
la historia de orientación ininterrumpida del Partido y su hazaña inmortal se pueden
explicar con la mayor imparcialidad solamente con esta fórmula de eterna duración: «Con
el pueblo».

Haber enarbolado en los primeros días de su fundación una bandera roja que
encarna su ideal y voluntad de construir un mundo auténtico del pueblo fue el primer
paso gigante que dio nuestro Partido con el pueblo y la demostración de su enorme
fuerza.

No es nada ligera la bandera de nuestro Partido con la imagen de su pueblo, porque
se responsabiliza del destino de este, le indica a toda hora el camino a la verdad, lo arma
de la fuerza irresistible y encarna la inteligencia y creatividad inagotables de ese pueblo
que propugna su avance hacia el futuro.

Si nuestro Partido no ha incurrido en ninguna desviación o error en su lineamiento a
lo largo de sus 80 años se debe a que ha recogido la voluntad y la demanda del pueblo. Y
si ha logrado un ascenso incesante, sin desanimarse ni detenerse un instante, se debe a la
inteligencia y la fuerza del pueblo que es su motor.

Por haber remolcado la historia con la voluntad y la fuerza del pueblo, toda la lucha
revolucionaria y labor de construcción que ha llevado adelante con resolución se han
convertido en las del pueblo y han culminado exitosamente.

Todos los acontecimientos importantes que garantizan la eterna victoria y éxito de
nuestra causa los protagoniza el pueblo entero de este país, el gran pueblo coreano, que
comprende a nuestros heroicos obreros, agricultores e intelectuales.

Hoy, nuestro pueblo emerge ante el mundo como ente poderoso capaz de vencer
todas las dificultades y lograr todas las obras. Los 80 años de mandato de nuestro Partido, en que este ha allanado un camino inexplorado uniendo el anhelo, la voluntad y la fuerza con el pueblo y en que ha realizado el ideal de la potencia con el pueblo y confundiéndose con él, enseñan una verdad a la época y la historia: Un partido arraigado en el pueblo y no por encima de él, un partido que tiene la misma aspiración y deseo que él, une la inteligencia y la fuerza con él y comparte con él las alegrías y penas, no se desintegra ni pierde nunca su viveza y brío.

Nuestro Partido no puede existir sin su pueblo y es grande porque lo es también el
pueblo, esta fue, es y seguirá siendo una gran verdad inconmovible. Quisiera agradecer una vez más a nuestro gran pueblo que durante estos largos ochenta años en que ha desbrozado el camino de la ardua pero sagrada causa socialista le ha dado fuerza e inteligencia a nuestro Partido, ha confiado con él en la victoria y le ha entregado su alma inmaculada y su laboriosidad.

Compañeros:

En estos instantes significativos, vuelvo a leer en la vista del pueblo, con todo mi ser,
la ilimitada confianza y esperanza que cifra en nuestro Partido. Por contar con ustedes que apoyan y siguen incondicionalmente la decisión del Partido sobrellevando todas las dificultades, nuestro Partido tiene plena confianza de lo que hace y está firmemente convencido del triunfo.

Si trabajamos duro por unos años con el ímpetu de hoy, es del todo posible
transformar notablemente nuestra vida con nuestras manos y acercarnos más a nuestra
meta ideal. Aprovechando esta oportunidad, les juro que siempre tendré presente el deber de corresponder al pueblo, atesorando el amor a él, y que trabajaré con más ahínco para no fallar a su confianza.

Confiando en el pueblo que apoya a nuestro Partido y siempre unido monolíticamente con el pueblo, haré más rico y hermoso a este país y levantaré el mejor paraíso socialista del mundo.

Compañeros:

La gloriosa historia de 80 años de nuestro Partido nos alienta y nos impulsa a una
lucha más dignificante y de mayor envergadura. Avancemos redoblando el coraje y la fe por el balance de otra gran historia que será más gloriosa y digna que estos ocho decenios que el Partido y el pueblo comenzamos en un solo cuerpo y con un solo alma y adornamos con la victoria, y por la culminación definitiva de la causa socialista que hará realidad el sueño e ideal de nuestro pueblo.

Para terminar, le deseo paz y bienestar a nuestro amado pueblo.
Mis mejores votos de armonía y felicidad para todas las familias del país.
¡Viva el gran Partido del Trabajo de Corea y el gran pueblo coreano!

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